Luis Javier Valero Flores

La primera visita a Chihuahua del candidato presidencial del Movimiento Progresista –nombre que adoptó la alianza de los partidos de izquierda, de la Revolución Democrática, del Trabajo y del Movimiento Ciudadano, y el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena)– Andrés Manuel López Obrador, se dio en condiciones verdaderamente halagüeñas.
AMLO EN DELICIAS 16 SEPTIEMBRE 2011

Lo que para algunos existía desde hace meses, ahora se aprecia en la mayoría de las encuestas. Existe un ascenso en la preferencia electoral hacia el candidato de las izquierdas. En distintos círculos y medios se apreciaba que existía una inocultable tendencia favorable para el tabasqueño, incluso en círculos que en la pasada elección fueron acérrimos opositores a López Obrador.

Por lo menos para el escribiente era creciente el número de personas que expresaban su preferencia por el tabasqueño. Algo de eso parecían evidenciar los sondeos de El Diario (Juárez) en su página digital, uno de los cuales, con una votación de poco más de 10 mil personas mostraba a López Obrador con una ligera ventaja sobre la panista Josefina Vázquez Mota, por lo menos en ese sector de la población, mayoritariamente juarense, y radicado en la mayor de las urbes chihuahuenses.

El más reciente arrojó un resultado inusitado: 44.3% de los votos emitidos fueron para AMLO; 32 para Vázquez Mota y 20.2 para Peña Nieto.

Hoy es la nota principal del comportamiento electoral. El periódico Reforma reporta en la más reciente de sus encuestas que el ex jefe de gobierno ganó 10 puntos porcentuales en las preferencias electorales del norte del país, lo que viene a confirmar que la afluencia al mitin celebrado en Monterrey la semana anterior –con lleno absoluto en la Macroplaza de aquella ciudad– no era un hecho aislado.

Tal efecto se pudo apreciar, también, en el acto celebrado ayer en la capital chihuahuenses, con la asistencia de alrededor de 5 mil personas a una hora por demás inconveniente –2 de la tarde, a pleno sol primaveral, casi veraniego– y en la conferencia de prensa celebrada previamente en la que el tabasqueño dijo desconocer la propuesta de declarar un régimen fiscal especial, de excepción para Juárez, a causa de la emergencia de seguridad pública que ha contribuido mayormente al agravamiento de la crisis económica del antiguo Paso del Norte. Cuestionado acerca de la matazón en Juárez (y en el estado de Chihuahua) precisó que, de llegar a la presidencia, les dirá a los cárteles que ya no habrá impunidad, que se marcarán bien los límites entre la delincuencia y la autoridad, que los ciudadanos sí podrán apreciar donde termina una y empieza otra y que, al igual que cuando fue Jefe de Gobierno del DF, sostendrá una reunión diaria de seguridad pública, lo cual sugirió al gobernador de Chihuahua para enfrentar la actual situación.

Más aún, sostuvo que el Gobierno de la República se instalará cada quince días en Chihuahua para hacerle frente a la actual ola homicida.

Pero más allá del acto celebrado en la ciudad de Chihuahua, lo cierto es que los candidatos que se disputan el segundo lugar de las preferencias electorales, y como lo sostienen la mayoría de los analistas serios y no comprometidos con los poderes fácticos (en ese sentido sorprende el nivel de credibilidad, aún en personas de las capas medias que se jactan de estar bien informadas, de programas como el de “Tercer Grado”, integrado por los conductores estrellas del principal monopolio de la TV mexicana, propiedad de los hombres más poderosos de México) una parte importante de la estrategia a seguir en la campaña era el colocarse en ese lugar pues seguramente a partir de ahí nuevamente aparecería el fenómeno del voto útil y de ahí aspirar a disputarle el triunfo a quien aparece en el primer lugar de las preferencias electorales.

Así, tanto la candidata del PAN, Josefina Vázquez Mota, como el del Movimiento Progresista, Andrés Manuel Lopez Obrador, jugarían a tratar de llegar al mes de mayo como el segundo lugar de las preferencias electorales y consolidar tal lugar en el debate del 6 de mayo, en lo que en términos chihuahuenses significaría que estaríamos, otra vez, ante una elección “parejera”.

El entonces presidente nacional del PRI, Humberto Moreira, fue de los primeros que lo dijo: Nuestro principal adversario es López Obrador. Hoy pareciera ser que sus palabras fueron premonitorias.

De acuerdo a casi todas las encuestas, de las principales empresas dedicadas a este tan lucrativo negocio en México, las preferencias electorales por Josefina Vázquez Mota tienen una ligera curva descendente, pero sostenida y, a su vez, la del candidato de las izquierdas está en una fase ascendente.

María de las Heras, la propietaria de una de las empresas, sin duda alguna, que mayor credibilidad tienen en esta materia, informó del resultado de la última de sus encuestas presidenciales la que arrojó dos hechos destacados: Es la primera empresa seria que ubica la ventaja de Peña Nieto en un dígito (al obtener 38.9%) y, segundo, reporta un empate técnico entre Vázquez Mota (30.6) y López Obrador (29.2).

Tal fenómeno se presenta a una semana de la celebración del primer debate presidencial. En algunos círculos se ha difundido la idea de que estos no han influido en el cambio de preferencias, sin embargo, un trabajo publicado en la revista Proceso por Jesús Cantú “Los debates, determinantes” (No. 1850, 15/IV/12) nos vino a recordar que es todo lo contrario, que bien manejado el postdebate puede influir grandemente. Así lo fue en el primero de ellos, el celebrado en 1994 entre Ernesto Zedillo, Cuauhtémoc Cárdenas y Diego Fernández de Cevallos.

La percepción generalizada fue que el panista lo ganó y que eso le había redituado ubicarse en el primer lugar de las encuestas. Pero el queretano, de la manera más inexplicable, bajó el nivel y ritmo de su campaña, a tal grado que dos destacados panistas, Vicente Fox y Juan José Rodríguez Prats le reclamaron, al paso de los años, haber suspendido su campaña. Se rajó, llegó a decir el ex presidente Fox.

Luego, en el año 2000, con un comportamiento regular de Fox, pero ayudado por el pésimo desempeño de Francisco Labastida (que llegó con la táctica de quejarse de las descalificaciones que hacía Fox del PRI y de su persona –me dijo enano, me dijo vestida, se quejaría amargamente el sinaloense–) y el acartonamiento de Cuauhtémoc Cárdenas, la impresión fue que el panista había ganado el debate y eso le significó alcanzar a Labastida y en cuestión de unas semanas rebasarlo, a pesar de que Labastida había iniciado la campaña con una muy importante ventaja a su favor de mas de 15 puntos porcentuales.

Lo sucedido en los debates del 2006 también puede ubicarse en la misma línea de influencia sobre el resultado electoral: influyen, y si los márgenes de diferencia son mínimos, entonces su importancia se acrecienta. En el primero de ese año, aprovechando la ausencia de AMLO, Calderón lo alcanzó y rebasó y en el segundo el perredista logró empatar (si nos atenemos a los resultados electorales oficiales tan seriamente cuestionados) al atacar a Calderón con la acusación de corruptelas en el IFE a cargo de su cuñado Hildebrando Zavala.

Hoy el panorama es muy distinto, en cuestión de días veremos si se desploma definitivamente Vázquez Mota o, por el contrario, se confirmará que López Obrador no tuvo el suficiente empuje para acceder a la disputa por el poder.

Los antecedentes inmediatos y el despliegue de la campaña del tabasqueño apuntan a su favor: Es muy probable que en las próximas semanas, como lo han pronosticado muchos, apreciemos que la disputa presidencial se resuelva entre el priísta y el perredista.
Fuente: http://www.diario.com.mx/notas.php?f=2012/04/28&id=d9963d295c0ee7bf820d93d3b07b1e4f
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