En zonas de conflicto los abusos sexuales crecen, y con ellos, el miedo a la denuncia

México, DF. Una mujer en Michoacán, Guerrero o Chihuahua, tiene más posibilidades de ser violada en México, porque está a merced de la militarización y de los grupos del crimen organizado que se las reparten como un “botín”, acusó María de la Luz Estrada Mendoza, coordinadora del área de Violencia y Derechos Humanos de la organización Católicas por el Derecho a Decidir.
“En México hay un subregistro de las cifras. De acuerdo con el Sistema de Seguridad Pública del país, en 2010 alrededor de 15 mil mujeres denunciaron una violación y según la última información que hay, de 2012, en la mitad del país se denunciaron seis mil 132 violaciones. Pero de acuerdo a los estudios que existen, en México estas cifras se pueden triplicar porque hay un porcentaje muy elevado de mujeres que no denuncia”, dijo.
Pero en zonas de conflicto la situación es peor: los abusos sexuales crecen, pero con ellos, el miedo a la denuncia.
“En los estudios de violencia y contexto está comprobado que en zonas donde hay crimen organizado y militares, las violaciones se triplican, porque la mujer se convierte en un botín, un intercambio. Donde hay extorsión, además de dinero, los criminales violan a las mujeres. Pero también en estos lugares, la denuncia es menor, porque una mujer puede ir a denunciar a un pariente agresor, pero cuando se trata de un militar o un delincuente el temor por la vida es muy grande”, dijo la especialista.
Fue precisamente la violación de las mujeres en las comunidades de Michoacán la que dio origen al levantamiento en armas de ciudadanos en varios municipios de Tierra Caliente, según denunció José Manuel Mireles Valverde, líder de las autodefensas de la entidad en julio del año pasado en un video.
El líder fue entrevistado por la Agencia SubVersiones; y el video, subido a la red social hace menos de un mes, acumula miles de vistas.

La entrevista dura 21 minutos, suficientes para que el médico denuncie el terror que viven los pueblos de Tierra Caliente. Narra cómo los Caballeros Templarios les exigían no sólo dinero por metro cuadrado de propiedad o por cada auto, sino hasta a sus esposas. Pero antes, a las hijas.
“El problema no estalló por los cobros de los gatilleros a ganaderos, carniceros o tortilleros, ellos subieron el costo y nunca perdieron. El problema de fondo fue cuando empezaron a llegar a tu casa y te decían: ‘me gusta mucho tu mujer, ahorita te la traigo. Pero mientras me bañas a tu niñas, porque esa sí se va a quedar conmigo varios días’. Y nunca te la regresaban, hasta que estaba embarazada. Ese fue el problema detonante de la situación en Tepalcatepec. Porque así como le llegaban a la gente pobre de los ranchos, así le llegaban a los ganaderos más ricos. Así empezó el movimiento”, denunció Mireles.

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