Tan sólo espeta el primer enunciado y el alcalde de García, Nuevo León, Jaime Heliodoro Rodríguez Calderón, evidencia su origen norteño; es directo, claro pero además bronco, como le apodan: “Me acechan porque estoy haciendo las cosas que debo de hacer; si yo me hiciera pendejo, no me acecharan, si yo me hiciera pendejo estaría en la casa –a toda madre- gobernando y entregando la ciudad, y eso no”.
Hace cuatro días El Bronco vio por segunda ocasión la muerte muy de cerca, cuando unos 40 sicarios lo emboscaron a bordo de la camioneta Cheyenne blindada que trae a su cargo, la cual, dice, lo volvió a salvar, con el apoyo de sus escoltas.
La primera vez que le pasó algo similar está aún reciente, fue el 25 de febrero pasado. Aquel mediodía el edil priista, Ingeniero Agrónomo egresado de la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL), de 53 años, logró salvar el pellejo al igual que sus entonces cuatro escoltas.
Aquella vez fue emboscado por unos ocho pistoleros que se movilizaban en una camioneta y un auto robados, pero sus cuatro guardaespaldas, ex militares, lograron abatir a tres delincuentes y minutos después, con apoyo del Ejército, arrestaron a otros dos; los otros tres se dieron a la fuga.
La segunda vez que quisieron matarlo, dice, estuvo “más cabrón”.
“El fuego duró como unos 20 minutos, y según me dijeron por allí, los de la Procuraduría recogieron mil 200 casquillos de arma larga, de aquellos y de nosotros”. aEsta vez también andaba en su Cheyenne blindada, pero le mataron a uno de los ocho escoltas que lo cuidaban, Agustín Sánchez Matías, de 21 años.
Con 30 años en la función pública, en labores estatales y federales relacionadas con el agro, ex diputado federal, ex diputado local, ex líder estatal de CNC, el político habla como de costumbre, pero admite que tras los atentados, ya no es el mismo.
A todo contesta sin rodeos, es claro en sus reclamos al gobierno estatal, está consciente de que muchos políticos “hablan a lo pendejo” y admite: “He llorado de a madres… yo creo que más que un huerco de hospicio”.
Desde que inició su gestión, El Bronco ha depurado constantemente la Policía, ha denunciado a los halcones (espías al servicio del crimen organizado), a los taxistas pirtas, que aseguran, son delincuentes, ha boletinado a los policías ligados al narco y ha retado a los malos: “Váyanse, o se van por la buena, o ya veremos. No queremos envenenadores, ni extorsionadores, ni chantajistas”.
-Jaime, nos da unos minutos?
-Sí, vamos a Palacio. ¿En qué andas?”
-En Taxi.
-Si quieres vamos en mi camioneta.
-Bueno…¿También está blindada?
-Sí. Blindaje 7.
Vemos mucha seguridad, muchos militares, y no es para menos.
Sí, Gracias a Dios nos está apoyando el Ejército.
Vale la pena estar así, bajo el acecho?
Sí, mira, aquí me pusieron de alcalde y Dios por delante, y sí vale la pena servir y defender un pueblo.
¿Qué has reflexionado alcalde?
Ya veo las cosas de otra forma, se que se pueden lograr muchas cosas, se me abrió la visión máxima: cuando estás en eso, bajo fuego, está toda, toda la tensión, la vida de por medio. Luego si ves que a uno de los tuyos se le abre un boquete y empieza a brotar la sangre, piensas que sigues tu. Piensas en un chingo de cosas en un segundo, ahora, reflexiono el por qué me pasa esto, por qué pasa esto en García.
¿Y qué te contestas?
Pues que estamos trabajando, sacando a los envenenadores y a los delincuentes, para que la gente sea libre.
Seguramente has pensado renunciar.
Siempre he pensado mucho las cosas. En mi mente no cabe la duda, la duda es para los mediocres, para los que no quieren hacer las cosas, para quienes son irresponsable, los que no se dedican a lo que deben dedicarse. Yo la lo decidí, voy a seguir aquí, trabajando.
¿Qué sentiste esta segunda vez al ver a tus guardias ensangrentados?
Gacho, ya he visto dos veces eso, esta línea de la muerte. Levantar el cuerpo sangrando de un amigo tuyo que se muere, o que sientes tu que se puede morir y crees tú que lo puedes salvar, pues es algo mucho, muy difícil. Lo traigo en mi cabeza, todavía. Porque era un muchacho a toda madre, lo digo con mucha sinceridad.
¿Qué más te han dejado estas vivencias?
Es algo muy doloroso, pues yo vi caer a mi guardia, me duele, traigo un coraje de la chingada, pero no me pierdo en el camino en donde vamos. Mira, la gente que me ha querido agredir ha huido, y de esta mala experiencia podemos aprender, si ocho hicieron correr a 40, pus qué no podemos hacer todo García, todo el pueblo unido, todo Nuevo León, todo el país, imagínate.
¿Siente que viviste algo heroico?
No, hice lo que consideré que tenía que hacer. Las dos veces Carlos, quien me acompaña en el volante de la camioneta me dijo, lo saco ingeniero, y yo le dije que no. Me he quedado a proteger con mi camioneta blindada a los muchachos, pero no creas, es mejor también, porque si yo me voy, se los echan y aunque avance un poco, me van a alcanzar y me va a tronar.
¿Con que te blindas?
Con este escapulario de San Benito, esta medalla doble, la Virgen de Guadalupe y San Benito, el Sagrado Corazón, San Judas, la Virgen del Carmen; traigo un blindaje 18 y al mero mero, Dios. Si uno se cansa o se duerme, el otro me protege.
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