Por Javier Quiñones                                                                                                  
                                                                                         Para Mario Mata Carrasco

Delicias tiene un raro privilegio.
Tan excepcional es, que lo perdieron para siempre casi todas las demás ciudades mexicanas –con otra excepción, Cancún- que hoy ostentan tal título. Es algo tan extraordinario como la lucecita que alumbra la vida de las luciérnagas, por decir algo…
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La madre del alcalde deliciense Mario Mata Carrasco posando al lado del vestido de novia que uso el dia de su boda. Foto Luis Camacho

Consiste dicho privilegio de Ciudad Delicias en la posibilidad de contar entre sus materiales históricos con la memoria de sus fundadores y pioneros. Esto significa que aún podemos los delicienses -si nos diéramos prisa- agregar a los documentos históricos y los libros de los historiadores profesionales, además los testimonios de los propios hacedores de la ciudad.
Todos los delicienses: ricos y pobres, ateos y creyentes, famosos y anónimos, tenemos algo que contar sobre el devenir de Ciudad Delicias. Y si no siempre coincide lo que cada uno percibimos, el conjunto se complementa bien.

La versión de cada uno de nosotros representa entonces una pieza imprescindible del rompecabezas de nuestra historia colectiva.

Así, la historia de nuestra ciudad puede superar si nos lo proponemos, el viejo dilema sobre un sesgo que afecta a todas las historias, consistente en que la narran casi en exclusiva los poderosos, los reyes o gobernantes, los cronistas oficiales y en general los ganadores de la rueda de los destinos humanos.

En otras palabras, estamos a tiempo los delicienses de construir nuestra historia con el concurso de todos los puntos de vista.

Desde esta perspectiva, las memorias de los viejos de Ciudad Delicias constituyen un patrimonio histórico intangible de importancia capital. Preservarlo es entonces, para los delicienses, un deber civilizatorio.

Sin embargo, actualmente dicho patrimonio inmaterial está en vías de perderse, pues quienes han recogido los testimonios de los fundadores y pioneros de Ciudad Delicias apenas los aprovecharon como materiales de segunda mano, pues casi nunca dieron voz en las narraciones escritas a los actores y testigos primigenios. Por citar un caso, los libros oficiales publicados cada 25 años excluyen sistemáticamente los testimonios directos de los viejos, que aparecen allí reinterpretados por Antonio V. Máynez, Víctor Hermosillo o Macario Guillén, entre otros.

Quienes nos hemos echado a cuestas la tarea de recopilar las crónicas de fundadores y pioneros de Delicias partimos de un punto de vista distinto -y ciertamente heterodoxo.
Nuestro propósito ha sido, desde 1989, recopilar las crónicas personales de los más viejos de Ciudad Delicias atenidos al principio metodológico siguiente: no incluir en la edición de las entrevistas sino palabras de los entrevistados, excluyendo escrupulosamente las interpretaciones de los entrevistadores.

Empero el tiempo se está agotando. Ya muy pocos quedan vivos de los que fundaron Ciudad Delicias; e incluso se nos están yendo los hijos de aquellos.
O actuamos ahora o pronto no habrá remedio.

No resulta ocioso reflexionar sobre este tema hoy que Ciudad Delicias celebra su 78avo. aniversario.


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