El mito de Lisístrata revive en este filme en el que las mujeres se niegan a mantener relaciones si no consiguen la igualdad 

Agua o sexo La nueva película del francés de origen rumano Radu Mihailenau ('El tren de la vida', 'El concierto') recibió abucheos y aplausos a partes iguales cuando se proyectó en las últimas sesiones de la pasada edición del festival de Cannes. La cinta, que adopta toques de comedia para abordar la sumisión de la mujer en la cultura islámica, fue considerada demasiado 'light' por parte de la crítica más sesuda, y defendida por los que la vieron como una producción sincera y accesible. En una época de grandes cambios en los países del mundo árabe, 'La fuente de las mujeres' (Groucho) habla de una revolución a pequeña escala en un pueblo montañoso situado entre África y Oriente Medio. El realizador, especializado en combinar humor y drama en contextos sociales o políticos complejos, ha rodado en un dialecto marroquí esta historia basada en hechos reales que tuvieron lugar en Turquía en torno a 2001.

El filme explica cómo en una aldea la tradición exige que las mujeres vayan a buscar el agua a la fuente situada en lo alto de la montaña, aunque para ello tengan que caminar bajo un sol abrasador. Así se ha hecho desde el principio de los tiempos, hasta que un día una joven decide rebelarse. Sus compañeras se unen para luchar con la única arma de la que disponen, con una huelga de amor: no practicarán más sexo con sus parejas hasta que los hombres colaboren en el trabajo.
El clásico griego 'Lisístrata', que nunca ha dejado de tener relevancia, queda a la vista. Además de tragedia y comedia, la cinta incluye apuntes musicales inspirados en la tradición árabe. «Tras viajar al Magreb, me he dado cuenta que las mujeres tienen cada vez más acceso a la educación y pronto ocuparán puestos administrativos y trabajos de responsabilidad», observa el realizador. «El cambio en los países árabes no puede producirse sin la mujer y ha llegado el momento de que ellas lideren algunas revoluciones reales y no violentas. Los hombres ya no son capaces de tener esa lucidez o de ejercer la no violencia. Me pregunto si cuando termine esta Primavera Árabe se habrá conseguido una relación democrática de verdadera igualdad entre sexos», concluye Radu Mihailenau.

 

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