Víctor M. Quintana S.
La Jornada
Si se buscara una fórmula para arruinar un estado de la República, se podría encontrar en Chihuahua: violencia criminal y de Estado, más cambio climático, más políticas públicas de desarrollo económico y social, equivocadas o ausentes. En esta entidad norteña se vive ahora la convergencia de los efectos de las crisis anteriores y de las decisiones políticas tardías o erráticas.
Comencemos por lo que más llama la atención, la crisis de violencia e inseguridad: desde abril señalábamos en estas páginas que, aunque antes de que se pusiera en marcha la estrategia calderoniana de los “operativos conjuntos”, Chihuahua presentaba índices preocupantes de delictividad, no se comparan con los de ahora. En 2007 hubo un total de 469 homicidios dolosos; del primero de enero al 20 de diciembre de 2011, van 2 mil 977 (diario digital La Opción de Chihuahua). A este paso el cuarto año de cura de la enfermedad terminará con 500 por ciento más de asesinatos que antes de que la enfermedad se atendiera. Y así podríamos seguir con extorsiones, secuestros, asaltos, etcétera. Las cifras oficiales celebran que la inseguridad y la violencia están disminuyendo, pero sólo comparativamente a 2010, el peor año en este sentido.
La violencia e inseguridad han venido a enfatizar la crisis de la economía chihuahuense. La industria maquiladora de exportación alcanza una cifra récord de 319 mil empleos en 2001, pero luego del 11 de septiembre de ese año pierde 60 mil puestos de trabajo de ahí al 2003; se recupera levemente en 2006, hasta alcanzar 308 mil, pero la violencia de los años subsecuentes hace que para 2010 se pierdan otros 50 mil. Así, por una parte se empieza a agotar el dinamismo maquilero, sin que se encuentre otro motor de la economía, y por otra, la violencia viene a intensificar su estancamiento o declive.
No sólo es la maquila la que empieza a decrecer estos últimos años, es la economía chihuahuense en su conjunto la que sufre el embate del cierre de negocios y salida de inversiones debido a la inseguridad: el crecimiento económico promedio de la entidad entre 2005 y 2010 fue de sólo 1.33 por ciento anual, contra un crecimiento de 2.03 por ciento del PIB nacional. Al mes de agosto de 2011, el estado de Chihuahua ocupó el cuarto lugar nacional en mayor desempleo, según las encuestas de ocupación del Inegi con 7.34 por ciento de la PEA sin un empleo fijo, muy por encima del promedio nacional, que fue de 5.44 por ciento de la PEA. Al caer el empleo, cae el ingreso de las y los chihuahuenses: al mes de agosto de 2011, el estado de Chihuahua quedó fuera de los primeros diez lugares del ranking nacional de salarios, según cifras de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social: el salario promedio que se pagaba en agosto de 2011 en el estado de Chihuahua era de 224 pesos con 39 centavos diarios; mientras que la media nacional era de 247.06 pesos (diario digital ahoramismo.com).

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