Los reconocidos o tradicionales “siete pecados capitales”, la lujuria, la gula, la avaricia, la pereza, la ira, la envidia y la soberbia, son un conjunto de vicios opuestos a la enseñanza moral que el Catolicismo y el Cristianismo transmiten. Cada uno de ellos fue recopilado y clasificado por San Gregorio Magno (540 – 604 d.C.), también conocido como Gregorio I, el sexagésimo cuarto Papa de la Iglesia Católica.
Mas allá de esto, la comunidad religiosa ha debatido durante años el verdadero contenido de los mismos llegándose, en muchos casos, a diferentes interpretaciones con sus respectivos castigos.
El primero en encabezar la lista, la lujuria, ha sido definido como aquel pecado, llamado por Dante “el amor excesivo por los demás”.
Lo cual se aplica perfectamente a este personaje policíaco que se ha ganado a pulso el mote de “poeta” y galán, gracias a sus habilidades para acercarse a sus musas.
La gula, el segundo vicio, ha sido interpretada como el consumo excesivo de comida y bebida aunque antiguamente se utilizaba para señalar toda clase de exceso. Lo cual sin palabra alguna queda al punto y pie de letra a este goloso funcionario encarnado el la “inocencia carnal” de Mauricio Quiroz.
La avaricia ha sido considerada como un pecado muy similar a la lujuria o a la gula pero aplicada a la adquisición de riquezas en particular. Raúl Botello, un hombre de propiedades y riquezas que nadie se atreve a calcular; se especula que gano dos veces la lotería, una interrogante que nunca responde cuando se le cuestiona, aunque algunos dicen que es un hombre muy generoso.
La pereza, catalogada como la “tristeza de ánimo” que nos aparta de las obligaciones espirituales, divinas y de trabajo.
Esta se adapta perfectamente a Jorge Quiroz, un ente cuyo único talento es hablar bonito y sentirse hermoso, según acusan sus mismos compañeros y añaden que el paquete de Director de Desarrollo Social le quedo muy grande.
La ira ha sido descrita como un sentimiento no ordenado, ni controlado, de odio y enojo. La doctora Mercado es una profesional en la materia, pues ante el menor inconveniente estalla en cólera, cosa menor, si esta no viniera siempre acompañada de su hermana mayor la soberbia la cual le adorna perfectamente su inconstante carácter.
La envidia, el sexto pecado capital, se relaciona con la avaricia, sin embargo, la envidia desea algo que alguien más tiene, y que percibe que hace falta.
Este pecado se acomoda perfecto a Julio Ibarra, quien desde el principio de la administración actual exclama que el “si trabaja” no así su jefe Quiroz quien mientras su esclavo canta, el recibe los aplausos plácidamente.
Por ultimo, la soberbia o el orgullo, el deseo por ser más importante o sugestivo que los demás, es considerado el mas grave de los pecados capitales y fuente de los mismos. El mismo se aplica perfecto al secretario municipal César Jáuregui Moreno, quien en su afán de protagonismo, ha dejado de lado los cordeles que lo sujetan.
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