Aristegui vs Calderón

La salida de Carmen Aristegui ayer, a una rueda de prensa, motivó a escasos minutos la aclaración desde la mismísima Presidencia de la República. Independientemente de lo que ella reconoció que editorializó, de la reacción de la empresa y la Presidencia, ya sumó jugosas ganancias en el activo más importante para un periodista: la credibilidad. Reconsiderado o no por Joaquín Vargas, dueño de MVS Noticias, Carmen les ganó la partida. Ella es, en este momento, el centro de la atención para la prensa nacional. La sobrerreacción de la empresa, o de la oficina de la Presidencia, o de ambos, va con cargo al capital político del Presidente y económico de MVS. Carmen ya ganó al situarse como la contraparte de la Presidencia en términos de la libertad de expresión. Incluso, abre el tema de las concesiones de los medios de comunicación en un año en que el Presidente se encuentra muy mal parado en términos de su aceptación popular.
Mucha tinta ha corrido sobre si Aristegui se equivocó, editorializó o señaló sin elementos. A favor mucha más tinta con los argumentos de la libertad de expresión. Las reacciones no se hicieron esperar, diputados del Partido del Trabajo (PT) y miembros del Frente Nacional de Periodistas por la Libertad de Expresión clausuraron simbólicamente las oficinas de la empresa MVS. Un misil directo a la credibilidad de esa empresa y, seguramente, a sus ventas y rentabilidad comercial. Un tema muy mal llevado del que los principales afectados son los supuestos victimarios, que en realidad pagan a un alto costo de un exabrupto en tiempo y forma. Un asunto que apenas comienza y que amenaza con ser relevante para las pretensiones futuras del presidente y su partido.
De no realizar un oportuno control de daños, el caso Aristegui podría tomar otros causes de muchísima más trascendencia para la agenda del Presidente y el capital político de su partido. Calderón está frente a una mujer carismática, inteligente y con foro internacional. Carmen, consiente o no de ello, puso contra las cuerdas al presidente Calderón. Su salida de MVS no sólo fue un megáfono a los rumores de las redes sobre una supuesta adicción del presidente, sino que colocó dos temas más relevantes y delicados en este momento para el gobierno federal en la agenda nacional: como los son las concesiones a los medios y la libertad de expresión.
En este momento el veredicto mayoritario de la población ya está dado, independientemente de si la Presidencia presionó, de si Aristegui pudo violentar el código de ética o de si se trató sólo de un exceso de fuerza de la empresa. Por lo pronto, un tercero beneficiado es CNN en español, que tiene una conductora polémica, pero con una peculiar capacidad de influencia en las redes sociales y en la prensa mexicana. La carrera profesional de Aristegui recibió un involuntario impulso del gobierno federal. Como en su momento Fox se lo dio a López Obrador con el desafuero. En este diferendo con uno de los presidentes peor calificados en la historia de México, que ella se perciba mayoritariamente como víctima de su gobierno, le hizo un enorme favor, mismo que Carmen Aristegui ha sabido aprovechar.