Ginebra, 7 ene (EFE).- Casi un año después del terremoto que devastó Haití, 380.000 niños continúan viviendo en campamentos temporales donde reina el hacinamiento y que en total albergan a más de un millón de personas, pese a la masiva movilización internacional en favor de ese país.
Un informe del Fondo Mundial de la Infancia (UNICEF), dependiente de Naciones Unidas, afirma hoy que las víctimas del sismo están repartidas en 1.200 asentamientos provisionales, aunque sólo el 9 por ciento de éstos cobija a más de la mitad de la población desplazada.
"La otra mitad se encuentra, literalmente, dispersa en cientos de sitios con menos de un millar de personas, lo que convierte al desplazamiento en una situación compleja en si misma", reconoce el organismo.
El terremoto del 12 de enero del año pasado, que causó 220.000 muertos, afectó a una población infantil que ya estaba privada de sus derechos más básicos.
Según datos del UNICEF, cuando ocurrió el desastre sólo la mitad de niños tenía acceso a la educación primaria, sólo una quinta parte llegaba a la secundaria y apenas el 2 por ciento de alumnos terminaba este nivel, en tanto que uno de cada cinco niños entre 5 y 14 años trabajaba.
En cuando a servicios básicos, la mayor parte de la población carecía de los más elementales: sólo uno de cada cinco haitianos tenía acceso a instalaciones sanitarias y, de hecho, Haití era uno de los pocos países del mundo donde este indicador había empeorado en los últimos años, explicó hoy la portavoz del UNICEF en Ginebra, Marixie Mercado.
Históricamente, Haití también ha sido uno de los países con mayor desigualdad de ingresos y, según los datos vigentes antes del terremoto, la mitad de la población vivía con menos de un dólar al día.
El informe del UNICEF ofrece también uno que otro resultado esperanzador, como la confirmación de que en el último año no hubo aumento en los niveles de desnutrición aguda en niños menores de 5 años, lo que puede atribuirse a los esfuerzos de las organizaciones humanitarias en el terreno.
En cambio, la ONG Oxfam describió ayer un cuadro desalentador al afirmar que la reconstrucción se encuentra en un "punto muerto" y que si todavía hay más de un millón de personas viviendo bajo carpas es debido a una trágica combinación de indecisión por parte del gobierno y descoordinación de los donantes.
Ante esa crítica, el portavoz de la Federación Internacional de la Cruz Roja (FICR), Paul Conneally, comentó hoy en Ginebra que "nadie puede decir que la acción humanitaria (en Haití) haya sido un éxito" y que se han visto "los límites" de la misma.
Reconoció también que la isla sigue en una "fase de emergencia", aunque la comunidad humanitaria trabaja con una "visión de largo plazo".
Sin embargo, Conneally también dijo que "esta fue la acción de respuesta humanitaria más importante en la historia de nuestra organización y ha superado todos nuestros logros anteriores, incluida la operación tras el tsunami (de Indonesia)".
Por su parte, la portavoz de la Oficina de Ayuda Humanitaria de la ONU, Elizabeth Byrs, defendió que "la respuesta de emergencia fue buena y rápida" y que "no hay que subestimar lo realizado", aunque todavía haya numerosos desafíos por delante.
En el mismo sentido, la portavoz del Programa Mundial de Alimentos, Emilia Casella, recordó que tras el terremoto y en cuestión de una semana su organismo estaba entregando alimentos a 4 millones de haitianos y que, actualmente, 2 millones siguen beneficiándose de esta ayuda.
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