Se congregan en la Plaza Tahrir, de El Cairo, para participar en la llamada 'marcha del millón'.

La Marcha del MillónLa protesta masiva, convocada en el octavo día de una revuelta popular cada vez más fuerte que reclama la renuncia del presidente egipcio Hosni Mubarak, quien lleva 30 años en el poder, parece haber tenido eco.
Los manifestantes, muchos de ellos con banderas egipcias, confluyeron desde muy temprano hacia la Plaza Tahrir (Plaza de la Liberación), epicentro de la revuelta que, según "datos no confirmados" de la Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, Navi Pillay, ya pudo haber dejado hasta 300 muertos y más de 3.000 heridos.
Miles de personas, incluso, pasaron allí la noche, pese al toque de queda que concluyó a las 8 de la mañana (hora local).
Para acceder a la plaza hay que superar hasta tres puestos de control instalados por civiles y militares: en el primero, ciudadanos piden la documentación a los manifestantes; a continuación, soldados revisan a los presentes; mientras que en el tercero, los organizadores de la marcha vuelven a registrar a la gente.
Allí, los manifestantes gritan "¡Fuera Mubarak!" y enarbolan pancartas con la imagen del mandatario colgado y una leyenda al pie: "Tu cabeza rodará".
"La pelota está ahora del lado de los europeos y los estadounidenses. No queremos nada de ellos, pero tampoco queremos que ayuden a Mubarak", dijo un manifestante, Usama Alam, de 43 años.
Helicópteros militares sobrevuelan la ciudad y los soldados desplegados en la capital desde el viernes controlan los accesos de la plaza.
Sin embargo, el Ejército -uno de los pilares, junto a la Policía, del régimen autoritario egipcio y fuerza muy respetada en el país- asestó un golpe posiblemente fatal a Mubarak y ya dejó claro que consideraba "legítimas" las reivindicaciones del pueblo y anunció que no recurriría a la fuerza contra los manifestantes.
"La libertad de expresión de forma pacífica está garantizada para todos", afirmó el lunes el portavoz del Ejército.
Una marcha similar a la de El Cairo fue convocada en Alejandría, junto al Mediterráneo, como respuesta a la decisión de las autoridades de interrumpir el tráfico ferroviario desde el lunes.
La rebelión reúne a fuerzas políticas de todo tipo, desde la oposición laica hasta la islamista, pasando por una nebulosa de cibernautas que desencadenaron el movimiento, inspirados en la revuelta que derrocó al presidente de Túnez, Zine al-Abidine Ben Alí, el pasado 14 de enero.
Unas 50 ONG egipcias de defensa de los derechos humanos pidieron el martes a Mubarak "que se retire del poder para evitar un baño de sangre".
Los Hermanos Musulmanes, el grupo de oposición más influyente de Egipto, llamaron a seguir con las manifestaciones hasta que el régimen se desplome.
Mubarak, 82 años, en el poder desde 1981, esbozó en los últimos días gestos de apertura, sin conseguir aplacar las protestas masivas.
Los organizadores de las marchas también llamaron a una huelga general, en un país que de todos modos ya está paralizado, sin trenes, con los bancos y la bolsa cerrada, las gasolineras con las reservas a menudo agotadas y los cajeros automáticos vacíos. (Lea un análisis sobre las revueltas en el mundo árabe)
El director general del Fondo Monetario Internacional (FMI), Dominique Strauss-Kahn, dijo que la entidad está dispuesta a ayudar "a concebir el tipo de política económica que podría aplicarse" en Egipto.
El vicepresidente egipcio Omar Suleimán, designado en el cargo el fin de semana en el marco de un cambio de Gobierno, anunció el lunes que Mubarak le había pedido "establecer contactos inmediatamente con todas las fuerzas políticas".
Pero la medida, junto con la renovación de su gabinete y la promesa de reforma, pareció ser escasa y llegar muy tarde. 
"La única cosa que aceptaremos de él es que se suba a un avión y deje el país", dijo el abogado de 45 años Ahmed Helmi, uno de los miles de egipcios que se congregaron este martes en la Plaza Tahrir, de El Cairo, para pedir la renuncia de Mubarak.
Corrupción, represión
El levantamiento estalló hace ocho días en medio de demandas por la corrupción, la opresión y las dificultades económicas y rápidamente escaló en una crisis sin precedentes en los 30 años de Gobierno respaldado por las implacables fuerzas de seguridad (Vea acá imágenes de las protestas y los enfrentamientos en Egipto).
Estados Unidos y otros aliados occidentales observaron primero confusos cómo miles de personas demandaban la salida de un aliado incondicional, que ha sido una figura clave en las acciones de paz en Oriente Próximo.
A medida que la crisis aumentaba, Washington solicitó reformas y elecciones libres pero también se mostró preocupado de que los islamistas puedan ganar poder si Mubarak es forzado a renunciar.
Los analistas políticos ya no hablaban sobre si Mubarak debería dimitir, sino cuándo y cómo. "La sucesión ya está en marcha", dijo Steven Cook, del Consejo sobre Relaciones Exteriores.
"Lo importante ahora es gestionar la salida de Mubarak, que deberá ser tan digna como sea posible en este momento. Por cuestiones de honor, los generales no tendrán otro modo", agregó. 
Pero años de represión han dejado pocos líderes civiles claros capaces de llenar cualquier vacío de poder dejado por Mubarak. El Ejército, que ha dirigido a Egipto desde que sus oficiales derrocaron a la monarquía en 1952, será un elemento clave a la hora de decidir su sucesor y podría retener una significativa cuota de poder mientras introduce las reformas necesarias para neutralizar las protestas, según analistas (Egipto tiembla ante el éxodo de turistas a causa de las revueltas).
Mohamed ElBaradei, ex director de la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA) y Premio Nobel de la Paz, ofreció ser un líder de transición y preparar elecciones democráticas en Egipto.(Vea entrevista con ElBaradei en el diario 'The Independent')
No obstante, muchos egipcios dicen tener reservas acerca de un hombre que ha pasado gran parte de su carrera fuera del país.
Entre los más organizados dentro de la oposición está la hasta ahora prohibida Hermandad Musulmana, que dice que quiere una democracia pluralista.
Aliado íntimo de Occidente
Egipto, el más poblado de los países árabes (80 millones de habitantes), es un aliado de Occidente y administra el Canal de Suez, esencial para el aprovisionamiento petrolero de los países industrializados.
Es, además, uno de los dos países árabes (el otro es Jordania) que firmó un tratado de paz con Israel. Por todo eso, el desenlace de la crisis genera ansiedad mundial.
La Casa Blanca urgió el lunes a la calma y se dijo complacida por la "moderación" exhibida por las fuerzas de seguridad egipcias.
El jefe de la Liga Árabe, Amr Musa, ex ministro egipcio de Relaciones Exteriores, pidió, por su parte, una "transición pacífica".
Y la Unión Europea urgió a celebrar elecciones "libres y justas" en el país norteafricano.
En cambio, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, agitó el espectro de un régimen al estilo iraní en caso de que, al amparo del caos, "un movimiento islamista organizado tome el control del Estado".
El canciller iraní, Ali Akbar Salehi, afirmó el martes que la rebelión egipcia "va a desempeñar un papel en la creación de un Oriente Próximo islámico".
Las autoridades, además, tratan de obstruir los contactos de los organizadores de las marchas con la población.
El lunes, dejó de operar el último proveedor de Internet, con lo cual los egipcios quedaron cortados de la red por no se sabe cuánto tiempo.
EL CAIRO (AFP-EFE-Reuters)
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