La activista buscó audiencia con el presidente Calderón; sin embargo, su reclamo fue desoído en Los Pinos

Carlos Coria/ Corresponsal
CHIHUAHUA, 26 de diciembre.- La violencia en Chihuahua y la creciente impunidad en homicidios la obligaron a convertirse en investigadora, ya que frente a la ineficiencia de las autoridades, deben ellas investigar los asesinatos de sus hijas, hermanas o madres y con ello coadyuvar al arresto de los responsables.
Ninguna de ellas ha logrado mucho, e incluso otras, como Marisela Escobedo Ortiz, perdieron la vida antes de lograr lo que tanto anhelaban: justicia.
Esta es la historia de Marisela Escobedo, de 52 años, madre, hermana y abuela, quien desde 2008 en que desapareció su hija Rubí, recorrió un camino de protestas, manifestaciones, investigación policiaca, viajes, que muchas veces la puso en peligro junto con su familia, y que finalmente la llevó a perder la vida a manos de un criminal, que con un disparo a la cabeza de la mujer, quiso silenciarla y detener su activismo social.
El recuento de su activismo social no es largo. Inició en septiembre de 2008 cuando extrañamente desapareció su hija Rubí Marisol Frayre Escobedo, quien en ese entonces vivía en unión libre con Sergio Rafael Barraza Bocanegra y con el cual había procreado una hija de nombre Heidi, registrada como hija natural.
La misma Marisela recordaba durante su peregrinar y abrupto ingreso al activismo social, que el hombre que ella contrató en 2007 para que le ayudara en una pequeña empresa de carpintería, sería el asesino de Rubí.
Ese año, Marisela Escobedo, nacida en 1958, enfermera jubilada y con una pequeña fortuna hecha con base en el trabajo y tesón, instaló una pequeña carpintería. Requería de un ayudante y fue que contrató a Sergio Rafael Barraza Bocanegra.
Su hija Rubí vivía en San Antonio, Texas, y estaba por regresar a Ciudad Juárez a reunirse con su familia.
“Sergio era muy dado a conseguirse jovencitas, tenía otra embarazada”, declararía Marisela, durante el juicio que ya se le seguía al asesino de Rubí.
Finalmente, Rubí, de entonces 14 años, fue seducida por Sergio, un hombre 4 años mayor que ella. La niña quedó embarazada y a pesar de ello, Marisela, su madre, decidió no separarlos y entonces los dos se fueron a vivir en una pequeña vivienda en la colonia 16 de Septiembre, junto con los padres del hombre. “Me arrepiento de no habérsela quitado desde un principio”, declararía Marisela.
Vecinos comentaron también que la vida de la pareja era muy conflictiva, llena de pleitos y gritos, al parecer por los celos de Sergio y la inmadurez de Rubí.
En septiembre del 2008, Marisela fue a buscar a su hija Rubí, pero sólo encontró a Sergio y a su nieta. El hombre le habría dicho que su pareja se había ido con otro hombre, no dio más explicaciones y cerró cualquier encuentro con su suegra.
Esto obligó a Marisela a acercarse más a su nieta, porque era evidente la desatención y la omisión de cuidados que sufría.
 A la par, Sergio intentaba ocultar el asesinato de Rubí, motivado por un arranque de celos, al haberla sorprendido sosteniendo relaciones sexuales con otro hombre.
En octubre de 2008, Sergio huyó de Ciudad Juárez, llevándose a su hija.
Marisela continuó las investigaciones para encontrarlo y promovió el 29 de enero de 2009 el reporte formal por la desaparición de su hija y solicitó la custodia legal de su nieta.
Marisela repartió y colocó volantes con las fotos de su hija y su nieta, pidiendo a los habitantes de Ciudad Juárez el apoyo para encontrar a su hija.
Como resultado, un amigo de Sergio aseguró a Marisela que su hija Rubí había sido asesinada por su pareja sentimental, ya que así se los había confesado el asesino durante una borrachera, antes de huir de Ciudad Juárez.
Aquí es donde inició el doloroso peregrinar de Marisela Escobedo, apurando a jueces y policías para localizarlo y saber cómo había asesinado a su hija y dónde había ocultado el cuerpo. Ella investigó que Sergio estaba en Fresnillo, Zacatecas.
La policía detuvo a Sergio Rafael Barraza Bocanegra quien declaró que golpeó a Rubí hasta matarla y después la tiró en un basurero. Sin embargo, el jueves 29 de abril de 2010, los jueces los jueces Catalina Ochoa Contreras, Netzahualcóyotl Zúñiga Vásquez y Rafael Boudib Jurado absolvieron por unanimidad a Sergio por falta de evidencias y salió libre.
Entonces, para buscar que recapturaran al asesino de su hija, Marisela marchó a la Ciudad de México a buscar entrevistarse con el presidente Felipe Calderón, pero no lo consiguió.
Luego partió a la ciudad de Chihuahua para buscar un acercamiento con el gobernador César Duarte, y a pesar de haber tenido al menos dos acercamientos con él, no obtuvo nada.
 En diciembre Marisela Escobedo se plantó indefinidamente en la Plaza Hidalgo, frente al Palacio de Gobierno donde encontró la muerte buscando justicia por el asesinato de su hija Rubí y no lo consiguió.
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