10 años atada a una cadena. Sin mantas, ni juguetes ni huesos. A menudo sin comida ni agua. La organización “Animal Advocates Society” (AAS) primero vio a esta perra maltratada y abandonada en la noche, tendida sobre el barro congelado y sobre sus propias heces. Los vecinos dijeron que sus propietarios orinaban sobre la perra desde el porche.
Varios vecinos molestos explicaron a la AAS que habían llamado muchas veces al British Columbia SPCA, llevaban años llamando.
Los trabajadores de British Columbia SPCA no se hicieron cargo de la perra ni acusaron al dueño de crueldad animal, ni si quiera utilizaron la ley de prevención de crueldad hacia los animales para defender a la perra. Tampoco utilizaron el Estatuto de tratamiento humanitario de los perros que está aprobado en el municipio en el que vive el animal.
Lo que la Sociedad Protectora de Animales haría sería matarla. Nos dieron a Judith un día antes de que sus propietarios nos dijeran que iban a llevar a Judith a la Sociedad Protectora de Animales.
Cada año miles de perros mueren en la Sociedad Protectora de Animales. Todo un lucrativo negocio basado en los contratos para la eliminación de animales de los municipios. Lo bueno de que BC SPCA no se hiciera cargo de la perra es que si se hubieran hecho cargo de ella, estaría muerta.
Finalmente un vecino afligido se puso en contacto con la organización “Animal Advocates” (AAS). Fuimos directamente a por ella, documentamos su miseria y la rescatamos de la soledad en la que se encontraba.
Cuando liberamos a Judith vimos que estaba demacrada, deshidratada y apenas podía caminar debido a su dolor en la cadera. Su pelo estaba lleno de barro. Sus propietarios la llamaban “Judas”, pero fue rebautizada como “Judith”.
No podemos contar esta historia sin informar de que ha tenido un final feliz ya que Animal Advocates garantiza la vida de cada uno de los perros que rescata.
“Le encontramos un hogar con dos personas muy especiales, que la quieren mucho y la han convertido en una miembro de su familia, que es lo que cada perro quiere, más que el alimento, agua y refugio. Cuando su vieja cadera cedió, su familia le consiguió una silla especial para que se pudiera mover a todas partes. Le encanta ir al lago y perseguir ardillas. Cuando ella murió de viejita, después de 18 meses, se llevo con ella todos los recuerdos de puro amor.
Varios vecinos molestos explicaron a la AAS que habían llamado muchas veces al British Columbia SPCA, llevaban años llamando. Los trabajadores de British Columbia SPCA no se hicieron cargo de la perra ni acusaron al dueño de crueldad animal, ni si quiera utilizaron la ley de prevención de crueldad hacia los animales para defender a la perra. Tampoco utilizaron el Estatuto de tratamiento humanitario de los perros que está aprobado en el municipio en el que vive el animal.
Lo que la Sociedad Protectora de Animales haría sería matarla. Nos dieron a Judith un día antes de que sus propietarios nos dijeran que iban a llevar a Judith a la Sociedad Protectora de Animales.
Cada año miles de perros mueren en la Sociedad Protectora de Animales. Todo un lucrativo negocio basado en los contratos para la eliminación de animales de los municipios. Lo bueno de que BC SPCA no se hiciera cargo de la perra es que si se hubieran hecho cargo de ella, estaría muerta.
Finalmente un vecino afligido se puso en contacto con la organización “Animal Advocates” (AAS). Fuimos directamente a por ella, documentamos su miseria y la rescatamos de la soledad en la que se encontraba.
Cuando liberamos a Judith vimos que estaba demacrada, deshidratada y apenas podía caminar debido a su dolor en la cadera. Su pelo estaba lleno de barro. Sus propietarios la llamaban “Judas”, pero fue rebautizada como “Judith”.
No podemos contar esta historia sin informar de que ha tenido un final feliz ya que Animal Advocates garantiza la vida de cada uno de los perros que rescata.
“Le encontramos un hogar con dos personas muy especiales, que la quieren mucho y la han convertido en una miembro de su familia, que es lo que cada perro quiere, más que el alimento, agua y refugio. Cuando su vieja cadera cedió, su familia le consiguió una silla especial para que se pudiera mover a todas partes. Le encanta ir al lago y perseguir ardillas. Cuando ella murió de viejita, después de 18 meses, se llevo con ella todos los recuerdos de puro amor.
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