Con minifalda, escote, tacones, shorts y tops, cientos de mujeres marcharon por Paseo de la Reforma para exigir su derecho de vivir como quieran, sin ser víctimas de abuso sexual. A su lado caminaron hombres, niños, niñas, motociclistas, integrantes del colectivo LGBTI, cerdos, perritos y hasta mirones con cerebro de teflón.


México • Como para que los quemaran en leña verde: a pesar de las numerosas consignas, de que las organizadoras entregaban volantes en donde aclaraban que el objetivo de la Marcha de las Putas era reafirmar que ninguna etiqueta es excusa para la violencia y el abuso sexual, y que las miradas, palabras y toqueteos son recordatorio constante de que una es vulnerable, docenas de hombres de todas las edad se sentaron cómodamente en el filo de la banqueta de Paseo de la Reforma para mirar con descaro a las manifestantes en minifalda. Con boca abierta, ojos de mirar morboso, celular en mano para hacer el nalga shot y hasta bebidas refrescantes a su lado, veían pasar a todas esas mujeres que, afanosas, gritaban consignas llamativas para aclarar que no es no, y que el acoso, el abuso y el hostigamiento sexual deben ser erradicados.
Ahí estaban, los mirones de palo, tan campechanos como si se encontraran en la Expo Sex, aunque a diferencia de ese evento, en la marcha se escuchaba, radical, una consigna: “Escucha, baboso, yo escojo a quién me cojo”. ¿Así o más claro?
Muchas mujeres no quisieron marchar porque aseguraban que el nombre era ofensivo para las propias mujeres. Por desgracia, no conocían cómo se originó el movimiento: en enero pasado, Michael Sanguinetti, un oficial de policía de Toronto, dijo en un encuentro sobre seguridad pública que “las mujeres deberían evitar vestirse como putas si no quieren ser agredidas”. Miles de personas marcharon en la ciudad canadiense afirmando que entonces todas eran putas porque todas estaban en riesgo latente de ser violentadas.
Al final de la marcha en México se evidenciaron varias cosas: la voz de las mujeres cada vez se escucha más fuerte; se busca que las autoridades atiendan las demandas, pero ya de perdida se espera que los adolescentes tomen conciencia y se conviertan en hombres que no abusen impunemente; ellas quieren vivir su vida con libertad, sin miedo, decidiendo cómo vestir y con quién relacionarse; las integrantes del sexo femenino son más creativas, pues idearon decenas de consignas interesantes, divertidas, rotundas; cada vez son más los hombres que hacen conciencia al respecto.
¿Eso quiere decir que se logrará el propósito? Al término de la marcha, una compañera de MILENIO Televisión entrevistó a un hombre que caminó junto con el contingente. Le preguntó: “Si una de sus hijas sufre un abuso sexual, ¿de quién cree que sea la culpa?”. La respuesta quita el aliento y baja el ánimo: “De los dos, ¿no? Ella por provocar y él por agredirla”.
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