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La feminización dentro de los cárteles de la droga causa una gran fascinación y morbo a la sociedad, como lo ha demostrado la tremenda audiencia que acaparó la teleserie emitida por la cadena estadounidense de habla hispana, Telemundo, inspirada en la novela del español Pérez Reverte, La reina del sur. México tiene también su reina de carne y hueso, de nombre Sandra Ávila Beltrán, detenida en 2007 por tráfico de estupefacientes y lavado de dinero, cuando salía de una de las estéticas más cotizadas de la ciudad de México localizada en la colonia Polanco junto con su pareja. La mujer se había convertido en una pieza clave en el liderazgo del cártel de Sinaloa, quien se dice fue traicionada.
La atracción por el tema en nuestro país, un matriarcado disfrazado de patriarcado- papá es quien dice, pero mamá es quien manda- se debe a que “las mujeres han sido tradicionalmente las responsables de mantener la virtudes y el orden social” decía Octavio Paz.
Por lo que en verdad escandaliza que el número de encarceladas por ofensas federales relacionadas con la llamada delincuencia organizada se haya incrementado en un 400% en México a partir del 2006 y aumentado la población de internas por estos delitos a más de 10,000.
La extrema pobreza, como se sabe, la precaria educación y falta de oportunidades de empleo, así como el involucramiento sentimental con los hombres reclutados por los cárteles, los motivos del creciente fenómeno que ha atraído a gran parte de la población mexicana y que no logró excluir al sector femenino. Al tradicional pilar de nuestras familias.
El rol que en lo general desempeñan, es el de “mulas”, cargando en sí mismas la droga; el de vigilantes o cuidadoras de personas que han sido privadas de su libertad y las más atractivas son utilizadas como gancho para atraer a los prospectos masculinos que se planea secuestrar. También es frecuente que caigan en la trampa de una “siembra” de parte de algún familiar o amigo que, sin su conocimiento, aprovechan su inocencia para transportar la mercancía ilegal en sus automóviles o en el equipaje. Las cárceles están llenas de este tipo de convictas que, sin deberla ni temerla, se encuentran tras las rejas de nuestras inmundas e inhumanas prisiones en el peor de los casos.
El señor Poiré, de plano ignorante o disimulando con su perenne gesto adusto la existencia de estas y demás cifras en escalada de la guerra calderonista, que funge de secretario técnico del consejo de seguridad nacional, hizo ayer un anuncio que fue percibido como comprometedor: Que el cártel de los Beltrán Leyva había sido muy debilitado por las fuerzas federales durante estos cinco años de combate en su contra; que han atrapado a los mayores capos y financieros de esa organización.
¿Y el cártel primario? ¿Y el cártel mayor, apá?
Prácticamente sigue intocado, salvo para darle cran a los que lo traicionan, como fue el caso de la aparatosa pesquisa de Nacho Coronel en Guadalajara, donde la PGR se lanzó con todo directamente a la casona en zona de lujo donde lo tenían detectado, bien protegido y atendido, antes de dicha ordenanza.
Pero volviendo a las mujeres reclutadas por el narco poder, y en particular a Sandra, cuyos amedrentados jueces la han ido poco a poco exonerando de sus delitos, reposicionándola a la cárcel en el estado de Nayarit (para que no extrañara tanto el aire de los dominios “chapeados”), impidiendo su extradición a Estados Unidos alegando que ya se le juzgó en México por lo mismo que se le acusa allá, se ve que ahora la protege su “ángel”. Que invisible opera con lenta, pero segura efectividad, ”desde lo alto de una abrupta serranía”… para liberar a la Adelita.
Fuente: SDP

Por lo que en verdad escandaliza que el número de encarceladas por ofensas federales relacionadas con la llamada delincuencia organizada se haya incrementado en un 400% en México a partir del 2006 y aumentado la población de internas por estos delitos a más de 10,000.
La extrema pobreza, como se sabe, la precaria educación y falta de oportunidades de empleo, así como el involucramiento sentimental con los hombres reclutados por los cárteles, los motivos del creciente fenómeno que ha atraído a gran parte de la población mexicana y que no logró excluir al sector femenino. Al tradicional pilar de nuestras familias.
El rol que en lo general desempeñan, es el de “mulas”, cargando en sí mismas la droga; el de vigilantes o cuidadoras de personas que han sido privadas de su libertad y las más atractivas son utilizadas como gancho para atraer a los prospectos masculinos que se planea secuestrar. También es frecuente que caigan en la trampa de una “siembra” de parte de algún familiar o amigo que, sin su conocimiento, aprovechan su inocencia para transportar la mercancía ilegal en sus automóviles o en el equipaje. Las cárceles están llenas de este tipo de convictas que, sin deberla ni temerla, se encuentran tras las rejas de nuestras inmundas e inhumanas prisiones en el peor de los casos.
El señor Poiré, de plano ignorante o disimulando con su perenne gesto adusto la existencia de estas y demás cifras en escalada de la guerra calderonista, que funge de secretario técnico del consejo de seguridad nacional, hizo ayer un anuncio que fue percibido como comprometedor: Que el cártel de los Beltrán Leyva había sido muy debilitado por las fuerzas federales durante estos cinco años de combate en su contra; que han atrapado a los mayores capos y financieros de esa organización.
¿Y el cártel primario? ¿Y el cártel mayor, apá?
Prácticamente sigue intocado, salvo para darle cran a los que lo traicionan, como fue el caso de la aparatosa pesquisa de Nacho Coronel en Guadalajara, donde la PGR se lanzó con todo directamente a la casona en zona de lujo donde lo tenían detectado, bien protegido y atendido, antes de dicha ordenanza.
Pero volviendo a las mujeres reclutadas por el narco poder, y en particular a Sandra, cuyos amedrentados jueces la han ido poco a poco exonerando de sus delitos, reposicionándola a la cárcel en el estado de Nayarit (para que no extrañara tanto el aire de los dominios “chapeados”), impidiendo su extradición a Estados Unidos alegando que ya se le juzgó en México por lo mismo que se le acusa allá, se ve que ahora la protege su “ángel”. Que invisible opera con lenta, pero segura efectividad, ”desde lo alto de una abrupta serranía”… para liberar a la Adelita.
Fuente: SDP
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