Messi, Romario y Palermo armaron un show en una tarde benéfica. El Titán no pierde el olfato.
El fútbol es un idioma universal. Y la sociedad que armaron dos cracks de la historia como Lionel Messi y Romario hizo valer la pena el amistoso a beneficio jugado en tierras aztecas. El gol del 10 del Barsa fue una linda maniobra combinada a lo Barcelona. Sucesión de paredes con Romario (un ex Culé), que habilitó con mucha calidad al argentino. Leo deleitó al público mexicano con sus participaciones. El golazo, un caño precioso a Beltrán, y varias apiladas le valieron la ovación de todo el estadio cuando se fue reemplazado a los 25 minutos del segundo tiempo, mientras el Chapulín brasileño seguía haciendo de las suyas.
Leo y su mejor amiga, la pelota, intentan superar a Jorge Campos, de gran partido.
La otra gran mención se la merece Martín Palermo, también compañero de Messi y Romario. Flamante retirado, el olfato y el instinto no los pierde. Fiel a su costumbre hizo dos goles, y nada menos que el del triunfo de los Amigos de Leo, a cinco del final. El partido terminó 5 a 4 ante un combinado de Estrellas del mundo, en el que se destacó Jorge Campos, aquel arquero mexicano de los buzos estridentes.
Messi esta vez no pudo jugar más tiempo porque llegó con lo justo al evento. Incluso se lo esperaba para la cena de gala que se realizó el sábado por la noche, pero las cenizas volcánicas le complicaron el viaje y recién llegó ayer un rato antes del partido. Además, el trayecto del aeropuerto al hotel fue en helicóptero, y tanto traqueteo lo terminó mareando por lo que no pudo dar la conferencia de prensa. Pero igual salió a la cancha, y ahí donde sabe más que nadie, fue un lujo, y con grandes socios.
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