Cara Mía analiza la guía de Greenpeace para un sexo amigable con el medio ambiente 
Me volvió a pasar el sábado. ¿Qué no entiende una vendedora cuando una le pide unas tacas tamaño 10?
¡Casi infarto! Tras hacerme esperar una eternidad, regresó con tres cajas y con una sonrisa que me confundió. Me dijo, tan angelical: “Como no las había en 10, te las traje en 9”.
La miré, y me contuve. Después no quieren que una se ponga verde,  pero  caramba, ¿en dónde se supone que me las ponga? ¿En las manos? Porque en los pies no me caben.
Plis, tomen nota los gerentes de estas tiendas y de otras también. Es como ir a comprar bragas, si no las hay medium, que vengan small. Helloooo! Excusen el exabrupto, pero tenía que sacármelo para afuera. Es que detesto esas tácticas de  mercadeo barato, por favor. Si no hay, pues ni modo. Next!
Y hablando de temas que me sacan de tiempo, ahora resulta que los amigos de Greenpeace les ha dado con decirnos cómo  debemos practicar el sexo eco-friendly,  dizque para respetar el ambiente. Sexo ecológico le llaman.
Válgame, que lo más  “ecosexo” que he practicado en todo caso han sido las escapaditas a Culebra. Sol, playa arena, luna, estrellas... cobitos.
Nada tengo en contra de los ambientalistas, jamás. Y mucho menos de los amigos de los animalitos, aunque me hierven la  bilis los que insisten en tratarlos como “personitas”. Pero de eso a que ahora, al momento de intimar, además  haya que  pensar en el ambiente, está como que fuerte.
Según Greenpeace son 10 los mandamientos que debemos respetar los mortales al practicar sexo. Aquí algunos.
• Apagar las luces. O amor en tinieblas. Con eso no tengo problemas, sobre todo cuando no se tiene un cuerpo perfecto. Y  no lo digo solo por mí, sino por la otra persona. Aunque siempre es bueno algo de luz, que afortunadamente, el  mandamiento así lo recoge pues permite el uso de velas naturales. Claro que hay que ser precavido y no llenar la habitación,  cosa de no terminar achicharrados y no por la pasión. 
• Consumir frutas de la pasión orgánicas. Por Dios, “éramos muchos y parió la tía” dicen en mi pueblo. Como si no fuera  suficiente con el gasto en las “strawberries” que cada día están más caras, ahora hay que comprarlas orgánicas. ¿Sabrán los  que cuesta todo aquello que dice ‘orgánico’?
• NO al amor a toda costa. Prohibidos los aceites de masaje provenientes del petróleo y los alimentos afrodisiacos. La verdad es que esta gente es aburrida. ¿Cómo se divierten? ¿Qué comen? Pena me da con los mercaderes de ostras de  Boquerón.
• Ecolubricantes. Nada de potingues ‘fashion’ de ‘sex-shop’. Basta ya. No puedo más. ¿Y qué se supone que compre?  Miel de abeja y que me coman las hormigas.
• Nada de PVC. No tiene que ver con la orquesta de salsa del mismo nombre. PVC, Polyvinyl chloride, o en otras palabras  plástico. Entonces, en su lugar... ¿vidrio? ¿metal? ¿cemento?
• Ducharse en pareja. Con esa tengo el cielo gano. Claro, si le aplico la primera... ¡en tinieblas!
• Cama ecológica. Según los profetas de Greenpeace no tienen que realizarse en un aposento los momentos de intimidad.  Puede ser encima de una alfombra reciclada; de un sofá recuperadode un mercado ‘vintage’ o directamente en el suelo.  Oh,  Lord! Nada del “counter” de la cocina. No entiendo ese afán por la incomodidad. Para eso, mejor irse a las latas como  Susa y Epifanio. Ciao!

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