El aspirante a la candidatura presidencial del Partido Republicano de EE UU basa toda su campaña en torno a él

 Newt Gingrich no necesita ayudantes. Despidió a su primer equipo de campaña a las dos semanas porque le objetaron su decisión de tomar vacaciones en un crucero, y quienes les suceden saben muy bien que no hay que contradecir la inspiración del jefe. Sólo Callista, su mujer, está permanentemente a su lado. En Delray Beach, donde participó el viernes en un acto de la Coalición Judía Republicana, solamente se separó de ella para ir al baño. Esta es una causa personal, esta es la misión de Newt. Todo gira en torno a él y su arrolladora personalidad. Nadie y nada más cuenta. Gingrich está solo contra el mundo.

“Otros tienen dinero, Newt tiene cerebro”, asegura una mujer de colorido atuendo que dejó Brooklyn hace ya algunos años para pasar su jubilación en el clima apacible de esta costa. “Y pelotas”, añade su marido, vestido también con ropas multicolores y una gorra con una marca de golf.
Lo del dinero es un hecho. El periódico de Internet ProPublica ha calculado que su principal rival en las primarias republicanas, Mitt Romney, ha gastado en Florida 17 veces más que Gingrich en anuncios publicitarios. Si Gingrich ha podido resistir hasta ahora es sobre todo gracias a la inyección de 10 millones de dólares hecha por Sheldon Adelson, un magnate de los casinos de Las Vegas (y con planes de inversión en España).
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