La distinguida y bella anfitriona Brenda Álvarez puso su “Machiatto”, los canapés y el cafecito.
Su gentil madre convivió con la tropa, nos hizo sentir en casa.
La joven empleada siempre diligente igual.
Así que no hubo pretexto para no estar a gusto.
Jesús Morales quiere ser cronista deportivo. Mientras, anoche presentó y condujo sobre la escenografía de una colectiva de pintura.
El instigador de la tertulia grupuscular, Elías S. Rivas, rompe la pista.
Pura nostalgia setentera exprimió a su lira rota el maestro Rivas: “La maldición de la Malinche” del Gabino Palomares, el poema de Neruda sobre el ’68 y del Facundo Cabrín “Pobrecito mi patrón”.
Se leen ahora fragmentos del heterónimo Alberto Caeiro.
Sale a relucir el Cuadrivio de Paz.
De O Guardador de Rebanhos:
“Desde mi aldea veo cuanto de la tierra se puede ver desde el Universo.
Por eso mi aldea es tan grande como cualquier otra tierra,
Porque soy del tamaño de lo que veo
Y no del tamaño de mi altura…
En las ciudades la vida es más pequeña
Que aquí en mi casa en la cima de este monte.
En la ciudad las grandes casas cierran la mirada con llave,
Esconden el horizonte, empujan nuestra mirada lejos de todo el cielo,
Nos hacen pequeños porque nos sacan todo y así no podemos mirar,
Y nos hacen pobres porque nuestra única riqueza es ver.”
Derrocha gracia Ares F. Águila al escenificar dos curiosos poemas.
Uno, paráfrasis del erótico Cantar de los Cantares.
El otro, un contra-cultural “Tabaco” que desata risas.
Se ríen los invitados de lujo Manuelito Gándara y Celso Celso Celso, los amigos del comediante, el tecladista Jorge Ruiz, Oscar el futbolista y el mayor de los BCM, Carlos Eduardo Espinoza de 17. Hasta Ángel.
Precisamente tres “Batos Crazy Maniáticos” calientan ya en un rincón de la salita.
Bailan break dance Saúl González de 13, Diego Miguel de 16 y Ángel Omar -el ángel de la tertulia- de apenas 7.
Los “Batos” ensayan cada que pueden en una casa abandonada que ellos mismos limpiaron, allá en Lotes.
Quieren un futuro bueno y lo pelean a mano limpia entre el pantano de la violencia desatada por el ruquerío.
Un amigo de Ares que llegó tarde improvisa una danza abstracta.
Desinhibido, elástico, agradable, rítmico, buen tipo.
Cierra con broche de oro.
Casi todas las Musas llegaron al “Machiatto” este miércoles del brazo de los tertulianos y sus anfitrionas.
Y, al parecer, también estaban contentas cuando nos dispersamos en la noche caliente de Ciudad Delicias.

Xavier Quiñonez
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