Si te muerde o arquea y estira cualquier parte de su cuerpo, eso es que algo estás haciendo bien.

Maneras de quitarle la ropa interior

El mejor consejo que puedes seguir a la hora de quitarle la ropa interior es que te fijes en lo que ha pasado antes, en los minutos previos, y lo mejores. Y nos referimos a ese momento de las cremalleras y los botones, a veces engorroso, a veces con calidades de lap dance. Toma nota, porque ella está marcando un ritmo, señalando el camino y mostrándote quién quiere que quite qué. Ya sólo queda el último paso, y ése está bien que sea tuyo. A menudo hay demasiada prisa por llegar a lo siguiente, pero todos tenemos en la cabeza el recuerdo de la vez aquella en que la retirada de la ropa interior se convirtió en unos fuegos artificiales en una playa de otro planeta. Puedes hacerlo tan memorable como quieras.

1. Lento, pero con ritmo. Quitar la ropa interior despacito te da la oportunidad de mapear todo lo que está debajo y alrededor, de tomarte un rato para pensar en por dónde empezarías. Por su parte, puedes medir su impaciencia en segundos o en centímetros de tirante o encaje. Si te muerde o arquea y estira cualquier parte de su cuerpo, si gime o te maldice, eso es que algo estás haciendo bien. Después de cada una de esas señales ve un poco más lento. Te odiará justo de la manera en que quieres que te odien al borde de la cama. Si le miras a los ojos tanto como puedas y lo acompañas con roces casi imperceptibles en la piel que vas dejando al descubierto lo conviertes en un striptease al revés en el que ella se desnuda y ella lo sufre.

2. A mordiscos.
Si usas los dientes estás marcando un tono salvaje que luego vas a tener que mantener. Puedes elegir hacerlo lento o a toda prisa, pero ten en cuenta que el menú posterior está lleno de arañazos, cachetes y más mordiscos. Después de morder no conviene masticar, a no ser que ella use ropa interior comestible o tú tengas un estómago de herbívoro.

3. Rompiéndola.
Aquí te la juegas. Tienes que preguntarte si se da una de estas dos circunstancias: que la ropa interior que lleva puesta no le importe demasiado o que tú sí. Si no es así, y le rompes su conjunto preferido de Lily Blossom, la cosa empieza tan mal que puede que termine ahí. Las veces en las que la ropa interior va al cubo de la basura son más difíciles de olvidar, sobre todo porque pasan menos en camas y más en ambientes ocasionales, como un baño, un coche o una playa. Después de eso se espera que tú lleves las riendas, no se rompen bragas para luego pedir un masajito. El otro riesgo de esta técnica es que hay elásticos con los que ni el increíble Hulk. Sondea un poquito eso si no quieres verte con esa cara sofocada del que intenta abrir un bote a pulso con suficiencia y acaba pidiendo un cuchillo.

4. Durante horas. Si eres capaz de hacer esto, evidentemente vas a tener que hacer muchas cosas más que quitar la ropa durante todo este tiempo. Una técnica de mañana de domingo que consiste en jugar sin prisa, desayunarse, y forzar un que sí pero que no eterno.

5. Pídele que se la quite. Quitarle la ropa pidiéndole que se la quite consiste en dar instrucciones. Cuanto más detalladas, mejor: cómo se coloca el pelo, dónde pone las piernas, en que paredes o muebles se apoya, las posturas, los ademanes y qué quitarse cuándo y cómo. Es un win-win en el que ella es la actriz y tu el director de la película que quieres ver. Ella descubre lo que te gusta exactamente, palpa tu deseo y tú tienes justo tú fantasía, en la que empiezas mandando. ¿Demasiado arriesgado para una primera vez? A que no.

6. No se la quites. Si alguna vez sientes que es una pena quitarle eso tan bonito que lleva puesto, no lo hagas. Acostarse con todo puesto pero estratégicamente recogido no es sólo para encuentros fugaces en lugares donde te puedan sorprender. Llévate ese espíritu de aventura a la cama, aunque sea para una noche lenta, y te quedarás con un pedacito refrescante de la sensación de aquí te pillo.

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