Para muchos de los que asistieron a ver el desfile que se llevó a cabo esta tarde en conmemoración del 81 aniversario de la fundación de Delicias, la primera interrogante que tenían era sobre el recorrido del mismo ya que los encargados del evento no colocaron anuncios ni dieron la difusión necesaria para que la ciudadanía estuviera al tanto.
Aunque el presidente municipal no ha dejado lugar a dudas sobre su capacidad para gobernar, lo cierto es que a los encargados de dicho evento ó les faltó lógica ó de plano quisieron hacer quedar mal a su patrón ante los delicienses con el no deslucido, pero si breve y limitado desfile, pues no se necesita estar “dolido” ni enojado ni ser de otros partidos para poder apreciar que al desfile del 81 aniversario le faltó mucho, pues como simple dato el convoy del mismo duró alrededor de 12 minutos, insuficientes para una población ávida de diversión y recreación.
El poco poder convocatoria de comunicación social, a cargo de Jesús Reyes, quien jura ser un colmilludo y viejo lobo de mar en manejo de medios de comunicación, quedó una vez más de manifiesto, pues en la calles no había el numero de familias que en otros años acudían a ver el otrora espectacular evento. Lo mismo ocurrió con la presentación de la orquesta filarmónica del estado, evento donde poca afluencia dejó las buenas intenciones del alcalde de hacer lucidos festejos de la fundación.
De todas las corporaciones de seguridad y emergencia, solo una unidad de tránsito participó en el evento, y una moto de seguridad pública que transportaba a Julio César Ibarra, uno de los responsables del evento, cosa que hasta cierto punto se aplaude porque si no hay ambulancias para atender una emergencia, hasta mal se verían desfilando.
A pesar de lo momentáneo y reducido que fue el desfile del 81 aniversario, hay que reconocer que las personas que participaron en el mismo pusieron su mayor esfuerzo, ahora solo habrá que conocer que costó económico los desorganizadores le van a poner.
El presidente no es un novato, y seguramente ya sabe de donde proviene el fuego amigo interno que escapa ya al exterior de su administración, producto quizá de poner orden y cortar las uñas de funcionarios que sobrevivieron a la desbandada política de su antecesor y que ahora permanecen como parte de su equipo, pataleando el pesebre.
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