Una revelación que ha dado la vuelta al mundo tiene como protagonista, nada más y nada menos, que al Papa Francisco. Y es que el pontífice argentino admitió haber robado una cruz que se encontraba en el ataúd de un sacerdote amigo suyo.


Con esto, el obispo de Roma ha confesado haber incumplido el séptimo mandamiento, al menos, una vez. Francisco admitió que, cuando aún era Jorge Mario Bergoglio, en Buenos Aires, se rindió a "ese ladrón que hay en todos" y robó una pequeña cruz del ataúd de un amigo sacerdote para guardarla como recuerdo.

Francisco recordó en una conversación con sacerdotes romanos que, estando en la capital argentina, su ciudad natal, había asistido al funeral de un anciano sacerdote al cual admiraba mucho.

El Papa argentino notó que el féretro del religioso no tenía flores, por lo que decidió comprar algunas y las colocó en el ataúd, donde el sacerdote fallecido sostenía un rosario en su mano.

"De repente, ese ladrón que todos tenemos dentro de nosotros apareció en mi mente. Mientras depositaba las flores, tomé la cruz que estaba en el rosario y, aplicando algo de fuerza, la saqué", ha asegurado, para explicar cómo quebrantó el séptimo mandamiento, que dice 'No robarás'.

El pontífice, que no ha señalado la fecha precisa en la cual ocurrió el episodio, ha añadido que desde entonces ha tenido esa cruz siempre con él, como recuerdo del sacerdote y de la misericordia que éste mostraba hacia otros.
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