Se enfocará en reducir homicidios, secuestros y extorsiones, y para ello inundará de policías y soldados pueblos con índices de violencia más altos.
CIUDAD DE MÉXICO, 27 de mayo.- Poco después del amanecer el mes pasado en la ciudad fronteriza de Nuevo Laredo, la policía encontró 14 cadáveres descuartizados en una camioneta en las afueras de la municipalidad, una nueva manifestación de la horrenda batalla entre los dos cárteles del narcotráfico más poderosos de México.
Poco después, nueve personas aparecieron colgadas de un puente en Nuevo Laredo. Catorce cabezas fueron dejadas en refrigeradoras portátiles. Dieciocho cuerpos mutilados fueron arrojados en un pintoresco lago del occidente de México. Y los cuerpos decapitados de 49 personas fueron tirados en las afueras de una pequeña ciudad a 120 kilómetros (75 millas) de la frontera con Estados Unidos.
La persona que parece destinada a ser el próximo presidente de Estados Unidos dice que un cambio de estrategia puede contener la violencia que estremece este país desde que el gobierno le declaró una guerra frontal al narcotráfico hace seis años.
El actual gobierno mexicano le dio prioridad a la captura de grandes capos, apelando a miles de soldados para pillar figuras prominentes y confiscar sus drogas y sus armas, a menudo en estrecha coordinación con Estados Unidos. No es inusual que el gobierno del presidente Felipe Calderón presuma de la cantidad de capos que capturó.
Enrique Peña Nieto, quien a cinco semanas de las elecciones presidenciales del 1 de julio le lleva más del 10% de ventaja al resto en las encuestas, dice que su prioridad en este terreno no será capturar capos de organizaciones que ingresan todos los años drogas por valor de cientos de millones de dólares a Estados Unidos. Indicó que usará los recursos del Estado para reducir los homicidios, los secuestros y las extorsiones, los delitos que más afectan a la mayoría de los mexicanos. Con ese fin, inundará de policías y soldados las calles y pueblos con los índices de violencia más altos.
“Esto no significa que no atendamos los otros delitos y que no hagamos un combate contra el narcotráfico, pero el tema central en este momento es disminuir la violencia en el país”, declaró Peña Nieto a la Associated Press en una reciente entrevista.
Los colaboradores de Peña Nieto dijeron que se seguirá persiguiendo a los cárteles, sobre todo si llevan a cabo asesinatos, secuestros y extorsiones, pero que detener a sus capos ya no será la prioridad del gobierno.
“Cada administración escoge sus objetivos operativos. Y el objetivo per se no es la extradición o la captura de grandes capos ni la quema de platillo sobre el decomiso de drogas”, expresó a la AP el coordinador de la campaña de Peña Nieto.
Algunos observadores creen que una estrategia enfocada en contener la violencia por sobre todas las cosas podría implicar que los traficantes que se manejen con discreción no serán hostigados.
“Creo que está bastante claro que se propone concentrar los recursos del Estado federal en la lucha contra el crimen y la violencia, no en la lucha contra el tráfico de drogas”, afirmó el ex ministro de Relaciones Exteriores Jorge Castañeda. “Si tienes escasos recursos y te concentras en A, no le prestarás mucha atención a B”.
El Partido Revolucionario Institucional de Peña Nieto, que gobernó México durante 70 años ininterrumpidos hasta que perdió la Presidencia en el 2000, así como figuras importantes de esa organización y sus familiares, fueron acusados con frecuencia de sellar acuerdos con los cárteles a cambio de protección política. La violencia era mucho menor en esos tiempos, en buena medida porque los cárteles que controlaban las rutas de contrabando no tenían rivales.
Los contrincantes de Peña Nieto afirman que el candidato del PRI restablecerá el viejo modelo de esa organización y transará con los cárteles.
“Ellos han demostrado ser absolutamente tolerantes con el crimen organizado”, sostuvo Josefina Vázquez Mota, la candidata oficialista, en una reciente entrevista con el diario El País de España.
Los mexicanos apoyan firmemente en encuestas la militarización de la lucha contra los cárteles y Peña Nieto promete mantener algunos aspectos clave de la guerra contra el narcotráfico.
Rechaza la legalización, postula una mayor cooperación con Washington y elogia la decisión de Calderón de enfrentar a los cárteles a poco de asumir. En la campaña electoral, Peña Nieto ha hecho énfasis en su propuesta de mantener o incluso aumentar la presencia militar en ciudades azotadas por la violencia como Monterrey y Veracruz. Se ha comprometido a aumentar la cantidad de agentes de la Policía de 36 mil a 50 mil y también propuso crear una nueva Policía semimilitar integrada por ex soldados e infantes de Marina al mando de un comandante civil, que sería enviada a ciudades y pueblos con altos índices de violencia y escasa presencia policial.
Pero esos planes conllevan un cambio sutil y potencialmente importante.
La nueva estrategia de Peña Nieto “no implica dejar de combatir a los cárteles, sino dejar de enfocarse en la captura de los capos de los cárteles”, indicó el portavoz de la campaña del candidato del PRI, Diego Gómez. “Lo que ha estado haciendo Calderón es emprenderla contra unos pocos cárteles grandes y dividirlos, y esto da lugar a un caos”.
Los tres principales candidatos a la Presidencia han sido criticados por la ambigüedad de sus propuestas en relación con la lucha contra el narcotráfico y algunos analistas han hecho hincapié en la ausencia de un debate en torno a la política de seguridad.
Vázquez Mota ha apoyado la actual política de su partido y se ha comprometido a cuadruplicar el tamaño de la Policía Federal, hasta llegar a 150 mil agentes. Otros que respaldan la política de Calderón dicen que el ataque frontal a los cárteles está dando resultados, que esas organizaciones se han debilitado luego de seis años de ofensiva del gobierno y estadísticas preliminares, extraoficiales, indican que la delincuencia está cediendo en algunas partes del país.
El izquierdista Andrés Manuel López Obrador presta más atención al retiro de los militares de las calles, la lucha contra la corrupción de los funcionarios del gobierno y la reducción de la desigualdad social.
Un cambio de estrategia de Peña Nieto lo alinearía con sectores de México y Estados Unidos que plantean una nueva política enfocada en la reducción de la violencia más que en el contrabando de drogas y otros delitos.
“Yo y otros hemos promovido una estrategia enfocada en la reducción de la violencia”, declaró Eric Olson, quien supervisa los estudios de la cooperación mexicano-estadunidense relacionada con el crimen organizado y el tráfico de drogas en el Instituto de México del Woodrow Wilson International Center for Scholars de Washington.
Olson admitió que enfocarse en la violencia podría traer aparejada una relajación de las operaciones contra los cárteles que apelan menos que otros a ese método, pero lo consideró una necesidad y un recurso temporal para hacerle frente al peor problema de México, el de la violencia, que aterroriza a la población y le resta legitimidad al Estado.
“Siempre habrá delincuencia. El asunto es si se puede hacer que cause menos perjuicios y afecte menos a la gente”, comentó. “No equivale a negociar de facto con ellos. El tema es decidir qué viene primero”.
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