Se trata de un rancho en el estado de Nuevo León, a menos de 100 kilómetros de la frontera con EEUU. Las autoridades lograron controlar el lugar luego de una compleja operación militar
El campo, llamado "Las Águilas", se ubica en la comunidad de San Carlos, un pequeño poblado de Nuevo León, en la región rural de Vallecillos. Allí, unos 200 miembros de ese sangriento cártel recibían adiestramiento para delinquir en municipios de la zona, en los que también estaban incluidos algunos del vecino estado de Tamaulipas.
De acuerdo con la agencia EFE, en el rancho -ahora resguardado por militares- sólo hay un centenar de cabezas de ganado, caballos, animales de granja, vehículos y maquinaria abandonada. La residencia principal presenta finos acabados, elegantes muebles de madera y varios salones de juegos. También cuenta con una amplia cocina y todo tipo de lujos, muchos de los cuales ya han sido retirados.
Según las autoridades, los alrededores de Las Águilas fueron utilizados por los delincuentes para, entre otras funciones, hacer desaparecer cadáveres de integrantes de grupos rivales. Los pocos vecinos de la zona han comentado que el movimiento de camionetas comenzó a verse hace unos seis meses, pero no se ha podido precisar desde cuándo Los Zetas se encontraban en el lugar.
El hallazgo de este centro de adiestramiento -que también funcionaba como refugio- no fue nada fácil, ya que necesitó de varias batallas. Los primeros enfrentamientos entre los sicarios y los efectivos policiales comenzaron el pasado 11 de octubre, cuando alrededor de 20 camionetas con desconocidos armados emboscaron a una patrulla de la Policía Federal y mataron a dos oficiales que vigilaban la carretera Monterrey-Laredo.
Después del atentado, se desplazaron a la zona cientos de efectivos del Ejército mexicano y de la Marina, apoyados por cuatro helicópteros, para iniciar la búsqueda. Unos días más tarde, lograron detener a Marco Garza de León, alias "el Chabelo", jefe de los Zetas en la zona, junto con tres delincuentes más, identificados como Jorge Gámiz Vega, alias "el Exterminador", Ángel Raúl Hernández ("el George") y Mario Alcorta Ríos ("el Junior").
Las fuentes militares identificaron a Garza como jefe de plaza de Los Zetas en cuatro municipios rurales de Nuevo León, donde se dedicaban al secuestro, la extorsión y el trasiego de drogas. Se le decomisaron dos armas largas, un arma corta, 37 cargadores, 909 cartuchos y 8 granadas.
Después de la captura del "Chabelo", los militares ubicaron en el narcocampamento. Pero hicieron falta nuevos choques armados para tomar el control del lugar. En esos enfrentamientos, murieron una veintena de sicarios y un militar. Fueron detenidos varios miembros de esa banda criminal, pero al menos 150 lograron escapar.
Antes de estos episodios, Vallecillos contaba con once policías, pero hace poco renunciaron nueve de ellos y ahora sólo quedan dos, por lo que la Policía Federal y la del Estado se han hecho cargo de la vigilancia.
Los escasos dos millares de habitantes del municipio, que no han seguido a sus vecinos para emigrar a los Estados Unidos, no salen de sus casas por miedo, ya que temen que los sicarios regresen al lugar para tomar represalias por las acciones del Ejército.
El campo, llamado "Las Águilas", se ubica en la comunidad de San Carlos, un pequeño poblado de Nuevo León, en la región rural de Vallecillos. Allí, unos 200 miembros de ese sangriento cártel recibían adiestramiento para delinquir en municipios de la zona, en los que también estaban incluidos algunos del vecino estado de Tamaulipas.
De acuerdo con la agencia EFE, en el rancho -ahora resguardado por militares- sólo hay un centenar de cabezas de ganado, caballos, animales de granja, vehículos y maquinaria abandonada. La residencia principal presenta finos acabados, elegantes muebles de madera y varios salones de juegos. También cuenta con una amplia cocina y todo tipo de lujos, muchos de los cuales ya han sido retirados.
Según las autoridades, los alrededores de Las Águilas fueron utilizados por los delincuentes para, entre otras funciones, hacer desaparecer cadáveres de integrantes de grupos rivales. Los pocos vecinos de la zona han comentado que el movimiento de camionetas comenzó a verse hace unos seis meses, pero no se ha podido precisar desde cuándo Los Zetas se encontraban en el lugar.
El hallazgo de este centro de adiestramiento -que también funcionaba como refugio- no fue nada fácil, ya que necesitó de varias batallas. Los primeros enfrentamientos entre los sicarios y los efectivos policiales comenzaron el pasado 11 de octubre, cuando alrededor de 20 camionetas con desconocidos armados emboscaron a una patrulla de la Policía Federal y mataron a dos oficiales que vigilaban la carretera Monterrey-Laredo.
Después del atentado, se desplazaron a la zona cientos de efectivos del Ejército mexicano y de la Marina, apoyados por cuatro helicópteros, para iniciar la búsqueda. Unos días más tarde, lograron detener a Marco Garza de León, alias "el Chabelo", jefe de los Zetas en la zona, junto con tres delincuentes más, identificados como Jorge Gámiz Vega, alias "el Exterminador", Ángel Raúl Hernández ("el George") y Mario Alcorta Ríos ("el Junior").
Las fuentes militares identificaron a Garza como jefe de plaza de Los Zetas en cuatro municipios rurales de Nuevo León, donde se dedicaban al secuestro, la extorsión y el trasiego de drogas. Se le decomisaron dos armas largas, un arma corta, 37 cargadores, 909 cartuchos y 8 granadas.
Después de la captura del "Chabelo", los militares ubicaron en el narcocampamento. Pero hicieron falta nuevos choques armados para tomar el control del lugar. En esos enfrentamientos, murieron una veintena de sicarios y un militar. Fueron detenidos varios miembros de esa banda criminal, pero al menos 150 lograron escapar.
Antes de estos episodios, Vallecillos contaba con once policías, pero hace poco renunciaron nueve de ellos y ahora sólo quedan dos, por lo que la Policía Federal y la del Estado se han hecho cargo de la vigilancia.
Los escasos dos millares de habitantes del municipio, que no han seguido a sus vecinos para emigrar a los Estados Unidos, no salen de sus casas por miedo, ya que temen que los sicarios regresen al lugar para tomar represalias por las acciones del Ejército.
Fuente: EFE
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