Los periodistas de la ciudad fronteriza se ven ''amenazados'' por la delincuencia organizada; han sido víctimas de ataques
CIUDAD JUÁREZ, CHIHUAHUA (22/MAR/2013).- La llamada que recibió poco después de la una de la mañana del miércoles 6 de marzo hizo que Pedro Torres Estrada repasara mentalmente las noticias que habían publicado los días recientes. Llevaban meses de cobertura relajada, navegando al vaivén de las aguas tranquilas que las autoridades dicen haber alcanzado tras la turbulencia que dejó cerca de 10 mil homicidios en cuatro años de supuesta guerra entre narcos.


El subdirector de El Diario de Juárez no encontró gran cosa. Nada de la información que pasó por sus manos le dio indicios para relacionar los disparos que unos desconocidos acababan de realizar sobre la fachada del periódico, que sufría el primer atentado contra sus instalaciones en 37 años de historia. Más inquietante fue enterarse casi al instante que los mismos sujetos fueron a tirotear, con una diferencia de 15 minutos, las instalaciones del Canal 44, la principal televisora local.

“Lo primero que se me viene a la mente es la nota del compañero de Ojinaga”, dice refiriéndose a Jaime Guadalupe González Domínguez, el director de una recién lanzada página de noticias en Ojinaga –la segunda ciudad fronteriza de Chihuahua– el domingo tres.

Apenas el fin de semana, Jorge González Nicolás, titular de la Fiscalía de Investigación y Persecución del Delito, había puesto números a la batalla que tanto Gobierno del Estado, el municipio y el ex presidente Felipe Calderón Hinojosa presumen haber ganado a la delincuencia organizada, luego de que Juárez fue considerada la “ciudad más violenta del mundo”.

En contraste con octubre de 2010, el mes con mayor registro de asesinatos en la historia reciente, con 350, febrero había cerrado con 25, la mitad de ellos consumados por disputas entre pequeños distribuidores de droga y el resto por pleitos entre personas ajenas al negocio.

“La ciudad está cambiando”, anunció el funcionario.

En el programa “Punto de Partida”, de Denisse Maerker, el Gobernador César Duarte Jáquez atribuyó “la recuperación” de la paz a la implacable persecución del delito que ha realizado su administración. Dijo que 96% de las órdenes de aprehensión se cumplimentan y que ahora cualquier criminal piensa dos veces antes de actuar.

Se realizó la gran hazaña, dijo también sobre el caso Juárez el subsecretario de Prevención del Delito de la Secretaría de Gobernación (Segob), Roberto Campa Cifrián. Hizo referencia a la condición de esa paz extraordinaria horas posteriores al tiroteo en contra las dos empresas de comunicación más importantes que hay en el Estado.

En todo caso, la espectacular caída de los índices de homicidios, secuestros y extorsiones coincide con el retiro de militares y agentes federales de la ciudad, más que con cualquier otro factor, afirma la doctora Leticia Chavarría, una de las voces discordantes dentro de la Mesa de Seguridad creada en el contexto de Todos somos Juárez.

Chavarría se involucró activamente en el análisis y búsqueda de soluciones al fenómeno del crimen y la violencia porque su gremio fue uno de los más castigados.

Enemigo número uno


Alfredo Quijano, el director de Norte, es probablemente el editor más avezado en la lectura del mundo criminal juarense, una especie de observador constante desde la década de 1980.

Ellos sufrieron un ataque similar 15 años atrás.

Norte fue declarado hace año y medio como medio de información “enemigo” por el secretario de Seguridad Pública Municipal, Julián Leyzaola. El jefe de policía hizo tal distinción al poco tiempo de asumir el cargo, y con ello discriminó a todos aquellos que no comulgaban con su muy particular forma de entender y resolver la criminalidad.

Horas antes del atentado contra El Diario y Canal 44, un reportero local que pudo infiltrarse a una reunión privada de Leyzaola con empresarios locales, citó parte de las declaraciones que éste realizó, nuevamente atacando a los medios de información.

“Ellos –dijo Leyzaola refiriéndose a los medios– construyen su propia tumba porque sigue la delincuencia en Juárez y la gente no cree en la denuncia anónima y no denuncia porque los medios denigran a las corporaciones. Ellos son el punto negro para la sociedad”.

La causa para tal malestar radica en la contabilidad de violaciones a los derechos humanos que imputan algunos medios a los policías de Leyzaola. Desde que se fueron los federales, los municipales pasaron a encabezar las denuncias formales por abuso.

“Ese ha sido el discurso de Leyzaola desde que llegó”, dice Alfredo Quijano. “Es lo que suele decir en corto con empresarios y con directivos de periódicos. (…) Su política es la de limpiar la ciudad y para hacerlo le estorbaban los medios de comunicación, tal y como sucedió en Tijuana. No veo amenaza directa contra algunos medios, pero su advertencia desde un inicio fue clara: los medios que viven en gran parte de la violencia, van a ser los más expuestos a la violencia. Y eso creo que está sucediendo”.

El Canal 44 es una de las dos empresas que de acuerdo con un monitoreo de medios locales realizado por Leticia Castillo, investigadora de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez (UACJ), hicieron de la violencia su agenda primordial. El otro fue el vespertino PM, propiedad de la casa que edita El Diario de Juárez.

Existió, sin embargo, una diferencia en el manejo informativo, según Castillo: el canal de las noticias quebrantó todas las reglas del periodismo.

Los directivos del canal fijaron una posición oficial a través de su pantalla. Nada más. En ella, Arnoldo y Armando Cabada, fundador presidente y director de noticias respectivamente, enfatizaron el manejo ético de su información y establecieron que no dejarán de conducirse como lo han hecho hasta hoy, es decir, sin autocensura

Alfredo Quijano, el director de Norte, acepta que la información ha sido la principal sacrificada de estos años. “Creo que le estamos quedando a deber al lector. Seguimos quedándole a deber por nuestros miedos, por nuestros sistemas de protección, porque estamos protegiendo a nuestros reporteros”, acepta.

En su oficina de El Diario, Pedro Torres Estrada dice que no han llegado a niveles de autocensura graves.

SinEmbargo.mx
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