Un tribunal japonés ordenó a un hospital de Tokio indemnizar con 38 millones de yenes (unos 380.000 dólares) a un hombre de 60 años de edad que creció en una familia que no era la suya debido a que en la maternidad lo confundieron con otro bebé.
Según el portal Japan Today, el damnificado fue entregado a la familia equivocada por el personal del centro médico al nacer, en 1953.
De acuerdo con el demandante, si hubiese crecido junto a sus verdaderos padres su vida habría sido totalmente distinta. La familia en la que se crió era muy pobre, perdió a su padre 'adoptivo' a los dos años de edad y estudió en una escuela nocturna porque tenía que trabajar en una fábrica durante el día.
El otro hombre involucrado en esta confusión médica, en cambio, vivió en una familia con una buena situación financiera y recibió formación universitaria. Sin embargo, sus hermanos menores sentían que no se les parecía, y las pruebas de ADN confirmaron que no tenían parentesco alguno.
En 2012, tras comprobar los archivos del hospital, encontraron a su hermano mayor biológico.
No obstante, el damnificado no tuvo la oportunidad de conocer a sus verdaderos padres, ya que entonces ya habían muerto.
Las autoridades judiciales japonesas reconocieron que la vida del demandante habría sido diferente si no hubiese sido sustituido tras su nacimiento, por lo que ordenó al hospital pagar una indemnización de 38 millones de yenes por daños y prejuicios.
Según el portal Japan Today, el damnificado fue entregado a la familia equivocada por el personal del centro médico al nacer, en 1953.
De acuerdo con el demandante, si hubiese crecido junto a sus verdaderos padres su vida habría sido totalmente distinta. La familia en la que se crió era muy pobre, perdió a su padre 'adoptivo' a los dos años de edad y estudió en una escuela nocturna porque tenía que trabajar en una fábrica durante el día.
El otro hombre involucrado en esta confusión médica, en cambio, vivió en una familia con una buena situación financiera y recibió formación universitaria. Sin embargo, sus hermanos menores sentían que no se les parecía, y las pruebas de ADN confirmaron que no tenían parentesco alguno.
En 2012, tras comprobar los archivos del hospital, encontraron a su hermano mayor biológico.
No obstante, el damnificado no tuvo la oportunidad de conocer a sus verdaderos padres, ya que entonces ya habían muerto.
Las autoridades judiciales japonesas reconocieron que la vida del demandante habría sido diferente si no hubiese sido sustituido tras su nacimiento, por lo que ordenó al hospital pagar una indemnización de 38 millones de yenes por daños y prejuicios.
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