¿Una victoria mundialista es sólo eso? Imposible de encapsular en el rectángulo verde, el escritor Juan Villoro escudriña en el más allá y entreteje un rojizo país con las taquicardias futboleras que genera una selección nacional. Al fin y al cabo, como dice el cronista, mientras la gente celebra, las ametralladoras se recargan
MÉXICO, D.F., 19 de junio (Proceso).- El jueves 17 de junio dos cuerpos fueron hallados en el kilómetro 89 de la autopista México-Cuernavaca. Habían sido maniatados con cinta aislante y tenían los ojos vendados. No lejos de ahí apareció una narcomanta del Cártel Pacífico Sur deslindándose de otros homicidios: “Nosotros no matamos inocentes”. En Ciudad Juárez, grupos armados ultimaron a 12 personas; una de ellas cayó frente a las oficinas del gobierno del estado. La fachada fue alcanzada por las balas. En esa misma ciudad, se detuvo a una banda de secuestradores, Los Rojas. Uno de sus miembros es policía municipal. Cinco personas murieron en tres balaceras distintas ocurridas en Durango. En la carretera La Piedad-Zamora fue acribillado un hombre. El cadáver tenía un mensaje firmado por el cártel de La Familia: “Éste era nuestro, pero es lo que va a pasarle a todos los bandidos”.
Además, ese día México le ganó a Francia.
¿Quién triunfa cuando triunfa la selección? La pregunta debería ser innecesaria. Por desgracia, no lo es. El presidente Felipe Calderón, la campaña de Televisa Iniciativa México y la desbocada propaganda que asocia los más diversos productos con el alma nacional, consideran que el Mundial sirve para negar la realidad. Mientras la gente celebra, las ametralladoras se recargan.
Enrique Vila-Matas tomó dos frases del diario de Franz Kafka, escritas el 2 de agosto de 1914, y las unió de esta manera: “Alemania ha declarado la guerra a Rusia. Por la tarde, fui a nadar”. Las turbulencias de la historia coexisten con la vida privada. Tenemos derecho a celebrar el merecido triunfo de la selección (entre otras cosas porque no sabemos cuándo llegará otro). Lo extraño es que el gozo íntimo, la patria idéntica a su “espejo diario” que quiso López Velarde, repercuta en la estratósfera de los negocios multinacionales. El jueves 17 los empleados de Banamex llevaban puestas camisetas de la selección. ¿Significaba eso que harían descuentos solidarios en las comisiones que cobran a los cuentahabientes? Por supuesto que no. El mensaje era otro: si gana la selección, gana este banco, es decir, Citygroup Inc., es decir, unos pálidos señores que no hablan español. ¿Sabrá el CEO de ese megaconsorcio quién es el Chicharito?
Mixtificación financiera: una voz que parece salida del Concilio del Vaticano pronuncia el credo litúrgico de Banamex, el banco extranjero que “sí cree” en Torrado, Cuauhtémoc y los otros.
Una lógica perversa define el apoyo oficial y comercial al Tri. Javier Aguirre se lo confirmó a la revista Expansión: “Te dicen que hagas eso. A mí no me pusieron una pistola antes de firmar. Yo no soy actor, pero vienen y te dicen: ‘La camiseta quiere un eslogan. Dilo. Eso me dicen: ‘Televisa quiere un eslogan. Dilo’. Es así. Yo podría decir que no, pero ya no sería técnico de la selección. Está clarísimo”. Rehén fuera de la cancha, Aguirre ha jurado que no lo es dentro de ella.
Extracto de la crónica publicada en la edición 1755 de la revista Proceso, ya en circulación.
MÉXICO, D.F., 19 de junio (Proceso).- El jueves 17 de junio dos cuerpos fueron hallados en el kilómetro 89 de la autopista México-Cuernavaca. Habían sido maniatados con cinta aislante y tenían los ojos vendados. No lejos de ahí apareció una narcomanta del Cártel Pacífico Sur deslindándose de otros homicidios: “Nosotros no matamos inocentes”. En Ciudad Juárez, grupos armados ultimaron a 12 personas; una de ellas cayó frente a las oficinas del gobierno del estado. La fachada fue alcanzada por las balas. En esa misma ciudad, se detuvo a una banda de secuestradores, Los Rojas. Uno de sus miembros es policía municipal. Cinco personas murieron en tres balaceras distintas ocurridas en Durango. En la carretera La Piedad-Zamora fue acribillado un hombre. El cadáver tenía un mensaje firmado por el cártel de La Familia: “Éste era nuestro, pero es lo que va a pasarle a todos los bandidos”.
Además, ese día México le ganó a Francia.
¿Quién triunfa cuando triunfa la selección? La pregunta debería ser innecesaria. Por desgracia, no lo es. El presidente Felipe Calderón, la campaña de Televisa Iniciativa México y la desbocada propaganda que asocia los más diversos productos con el alma nacional, consideran que el Mundial sirve para negar la realidad. Mientras la gente celebra, las ametralladoras se recargan.
Enrique Vila-Matas tomó dos frases del diario de Franz Kafka, escritas el 2 de agosto de 1914, y las unió de esta manera: “Alemania ha declarado la guerra a Rusia. Por la tarde, fui a nadar”. Las turbulencias de la historia coexisten con la vida privada. Tenemos derecho a celebrar el merecido triunfo de la selección (entre otras cosas porque no sabemos cuándo llegará otro). Lo extraño es que el gozo íntimo, la patria idéntica a su “espejo diario” que quiso López Velarde, repercuta en la estratósfera de los negocios multinacionales. El jueves 17 los empleados de Banamex llevaban puestas camisetas de la selección. ¿Significaba eso que harían descuentos solidarios en las comisiones que cobran a los cuentahabientes? Por supuesto que no. El mensaje era otro: si gana la selección, gana este banco, es decir, Citygroup Inc., es decir, unos pálidos señores que no hablan español. ¿Sabrá el CEO de ese megaconsorcio quién es el Chicharito?
Mixtificación financiera: una voz que parece salida del Concilio del Vaticano pronuncia el credo litúrgico de Banamex, el banco extranjero que “sí cree” en Torrado, Cuauhtémoc y los otros.
Una lógica perversa define el apoyo oficial y comercial al Tri. Javier Aguirre se lo confirmó a la revista Expansión: “Te dicen que hagas eso. A mí no me pusieron una pistola antes de firmar. Yo no soy actor, pero vienen y te dicen: ‘La camiseta quiere un eslogan. Dilo. Eso me dicen: ‘Televisa quiere un eslogan. Dilo’. Es así. Yo podría decir que no, pero ya no sería técnico de la selección. Está clarísimo”. Rehén fuera de la cancha, Aguirre ha jurado que no lo es dentro de ella.
Extracto de la crónica publicada en la edición 1755 de la revista Proceso, ya en circulación.
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