Investigadores de la UNAM realizaron un estudio con 833 personas en el cual determinaron que atravesamos por cuatro etapas al vivir un duelo amoroso.
México
El desamor es una de las situaciones que más contrariedad causan en la vida del ser humano; el duelo amoroso es un proceso que llega a ser más complicado que aquel que se enfrenta cuando fallece un ser querido, debido a que en el duelo de muerte, gracias al razonamiento, se da un proceso lineal al saber que una relación terminó, mientras que en la ruptura amorosa se da un proceso cíclico porque siempre existe la posibilidad de que se tenga nuevamente el contacto con la ex pareja, ello puede detener el avance obtenido al buscar superar la relación y revive las emociones, tanto positivas como negativas, que hacen que se vuelva más difícil y doloroso, aseguró la investigadora de la Facultad de Psicología de la UNAM, Rozzana Sánchez Aragón.La especialista dijo en entrevista para MILENIO: “Cuando se sufre la pérdida de alguien con alto valor afectivo, y la razón es la muerte, se vive el duelo y puede tardar, pero se sabe que no existe la posibilidad de volverla a ver y de esa manera el razonamiento nos permite entender que no hay retorno.
Es diferente en el caso romántico porque aquí tenemos la posibilidad de volver a ver a la persona y encontrarla quizá con otra pareja; ello puede crear una situación difícil de superar, ya que uno siente que está seudoadaptándose a la vida y es regresar a una parte dolorosa”.
Sánchez Aragón relató que tiene más de cuatro años estudiando este ángulo del enamoramiento y señaló que ella y un equipo de colaboradores desarrollaron la Evaluación Tridimensional de Duelo por Rompimiento Amoroso (Etdra) y llegaron a esta conclusión tras hacer una investigación con 833 personas, 396 mujeres y 437 hombres, mayores de 17 años, cuya relación había durado de seis meses a 20 años. Con base en las respuestas obtenidas, los especialistas identificaron 45 emociones, 145 pensamientos y 148 tipos de conductas que se generan a partir de la pérdida del ser amado.
Entre las conductas frecuentes se encuentran adaptación, reacciones hostiles, depresión y desorganización. En cuanto a pensamientos destacan frustración, decepción, impotencia y alivio.
“Hicimos una investigación donde evaluamos las emociones ante el duelo amoroso, lo que encontramos fueron grupos de emociones negativas como la frustración, desesperación y la ansiedad, pero también emociones positivas, ya que el duelo también implica recuperación, la adaptación nuevamente a la vida, entusiasmo y bienestar (...) Hay emociones vinculadas a la esperanza, ternura o la calma, pero también otras como la resignación.
La esperanza es un elemento a favor y en contra; porque puede intervenir a que no se supere la situación, ya que estoy esperando volver con la persona (…) Pero también es un elemento positivo porque un individuo puede darse cuenta de lo que está sucediendo y que no hay retorno a esa relación y se genera la esperanza de salir de la problemática”.
La académica de la UNAM señaló que actualmente el estudio sigue explorando el duelo, “porque hay mucha teoría, pero no mucha investigación”.
LAS FASES
Dentro del estudio de la Etdra se ubicaron cuatro fases que se presentan durante el duelo amoroso: negación, hostilidad, desesperanza y seudoaceptación.
Sánchez Aragón explicó que en la primera etapa se manifiestan ciertos aspectos vinculados a la depresión, como llorar y no poderlo controlar, además de conductas negativas, entre ellas desesperación.
En la segunda se da la hostilidad, ya que se dan cuenta que la negociación para regresar no funcionó, entonces hay mal humor y presentan conductas agresivas y depresivas, además de
desorganización al creer que no se van a poderse adaptar a la vida sin la otra persona.
En la tercera etapa hay desesperanza junto con muchas otras emociones negativas, pero la que se experimenta con mayor intensidad es la decepción.
La cuarta etapa se llama seudoaceptación porque “no tenemos una aceptación como tal del rompimiento, en ésta hay hostilidad hacia la ex pareja y se busca hacerla sentir mal, es como dar patadas de ahogado con ganas de venganza; a la vez existe algo de aceptación”.
La especialista dijo que “es difícil hacer una receta para indicarles a las personas cómo salir de una situación así, pero éste es un proceso de vida por el cual pasamos todos, que se da no solo en las relaciones románticas, sino también con aquellas personas que amamos y perdemos. Creo que lo que hay que exaltar es la importancia de los recursos personales que tenemos para hacerle frente a estas situaciones”.
Señaló que existe una característica llamada resiliencia que nos hace ver los recursos personales que tenemos, la fortaleza con la que contamos para enfrentar las cuestiones más difíciles en la vida y salir adelante.
“Tenemos que estructurar nuestra vida y ante la desventura dar buena cara y tener la sensibilidad de entrenarnos para saber responder”, destacó Sánchez Aragón.
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