Hay tanta inconformidad sobre tantas cosas en este país que a cada rato hay marchas en diferentes ciudades sobre cualquier cantidad de conflictos, pero las de Kalimba y Carmen destacan porque su origen no es el mismo, es mediático.
Pues será el sereno pero muchas personas, en diferentes puntos del país, salieron ayer a marchar para apoyar a Carmen Aristegui.
¿Cuándo había visto usted que alguien hiciera una manifestación para exigir la recontratación de una periodista en México?
Y mire que aquí han desaparecido comunicadores, programas, periódicos, sistemas noticiosos, estaciones de radio y canales de televisión.
Le guste o no, lo de ayer fue histórico y a mí me llama mucho la atención porque es la segunda vez en lo poco que va de este 2011 que veo una marcha por un escándalo mediático.
La primera fue con Kalimba. ¿Se acuerda?
Lo primero que me viene a la mente es el inmenso poder de los medios de comunicación.
Lo que pasa en ellos ya es tan importante como lo que pasa en los partidos políticos, en los sindicatos y en los grandes temas de seguridad nacional.
La gente no está viendo a los medios como organizaciones públicas o privadas donde hay reglas, contrataciones y despidos, los está viendo como un poder donde se cometen justicias e injusticias.
Esto es más delicado de lo que parece porque si el público está reaccionando así, es porque los medios se han portado así.
Lo de Carmen es la consecuencia de la acumulación de muchos estímulos y esto tiene que encender un foco rojo porque de las marchas sabatinas a las manifestaciones de violencia hay sólo un paso.
No se trata de decir: la gente marcha por Kalimba y Aristegui, y no por las muertas de Juárez o por Marisela Escobedo, porque no es cierto.
Hay tanta inconformidad sobre tantas cosas en este país que a cada rato hay marchas en diferentes ciudades sobre cualquier cantidad de conflictos, pero las de Kalimba y Carmen destacan inmediatamente porque su origen no es el mismo, es mediático.
Quedémonos, por favor, sólo con el caso Aristegui.
¿Qué está pasando aquí? A Carmen no la asesinaron, no la secuestraron, no la golpearon ni le han hecho la mitad de las barbaridades que le han hecho a otros periodistas mexicanos.
¿Qué tiene ella que no tienen los demás? ¿Por qué la ex conductora de MVS Noticias ha generado todo este escándalo y todo este fenómeno de pasiones desbordadas a favor y en contra?
¿Por qué? ¿Por qué si, además, no es la primera vez que la sacan del aire? ¡Por qué!
Primero, porque yo creo que este caso se genera en un momento en que los mexicanos estamos muy hartos de muchas cosas y, por lo mismo, sumamente irritables.
Segundo, porque miles de personas se identifican genuinamente o con Carmen, o con sus ideas, o con su lucha o con lo que le pasó. Están en su derecho.
Tercero, porque al comienzo de todo esto, todavía ni Carmen, ni MVS, ni Presidencia ni nadie decía nada, y ya había cientos de especulaciones en las redes sociales.
Cuarto, porque MVS Noticias con Carmen Aristegui era un espacio único en toda la radio mexicana, un noticiario importante, fuerte, poderoso, que marcaba agenda, que contrapunteaba.
Quinto, porque el nicho de audiencia de Carmen, que es bastante numeroso, sin ella, a esa hora, no tiene adónde ir. Qué pena tener que decirlo pero en México, a pesar de tantas opciones, el concierto de voces no es sinfónico, es de cámara.
Sexto, porque en esta historia, para variar, se cometieron imperdonables errores de comunicación. ¡De no creerse!
Séptimo, porque todas las explicaciones que se han dado alrededor de la salida de Carmen han sido absurdas. Cualquier persona común y corriente que mira la tele o que escucha la radio conoce cuestionamientos peores a los que la señora Aristegui hizo en el último de sus programas.
Y octavo, porque el gremio periodístico mexicano, en general, en lugar de ayudar al entendimiento de este caso, lo he empantanado más con ataques, defensas, temores, teorías, proyecciones, silencios, especulaciones y hasta compitiendo contra él.
¿Qué va a pasar aquí? Lo de siempre. Carmen y su equipo volverán al aire mañana, pasado o en dos años, en MVS o en cualquier otra parte, todo el mundo va a hacer como si aquí no hubiera pasado nada y las personas que peor se han expresado de ella van a ser las primeras en celebrarla y en colgarse de sus notas.
Lo he visto muchas veces. Es como un modelo, como un pavoroso modelo mediático nacional. Sólo que ahora con marchas, con marchas como las de ayer. ¿O usted qué cree que pase?

alvarocueva@milenio.com
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