http://www.vanguardia.com.mx/XStatic/vanguardia/images/espanol/menasje_030610.jpgMe equivoqué. Ni Felipe Calderón Hinojosa merece ser insultado de esa manera.

Ocurrió durante las campañas electorales presidenciales de 2006. Yo transitaba en mi coche por alguna de las calles de la Ciudad de México. Escuchaba en la radio el noticiero de Joaquín López-Dóriga, con el que todavía más o menos me llevaba bien.
Joaquín entrevistaba a Calderón, a la sazón candidato presidencial del PAN. Sin más, Calderón dijo de mí que yo lavaba dinero o algo así de grave. Sin pruebas, irresponsablemente. Me calumnió don Felipe y me molesté.

Llamé a López-Dóriga, pedí derecho de réplica y Joaquín me lo concedió. Dije que si Felipe Calderón decía eso de mí se debía a que el panista no podía controlar su problema con el alcohol. Respondí con una calumnia a una calumnia que Calderón me lanzó. Hice mal.

A Joaquín le pareció muy grave lo que yo decía (supongo que había visto perfectamente normales las mentiras de Calderón en mi contra, vaya ética de López-Dóriga). Mientras yo charlaba con el locutor, llamó Josefina Vázquez Mota, indignada, por lo que yo había dicho. Discutimos un rato ella y yo, le dije que la respetaba (la respetaba, sí, y hasta me caía muy bien esta mujer), y a otra cosa.


A partir de eso, se hizo el chisme y ahora hasta Noroña repite, tan irresponsablemente como yo, esa calumnia.

Me disculpo hoy con Calderón. Ojalá, algún día, don Felipe saque valor de su pasado y se disculpe conmigo.

Federico Arreola

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