http://proceso.com.mx/img/exclusivas/996dfb62.jpgPrácticamente no hay en México quien desconozca la podredumbre del aparato de justicia nacional. Cuando en las barandillas de un ministerio público o un juzgado no se impone la indiferencia, lo hace la indolencia, la corrupción… El resultado: la impunidad. Un caso emblemático que compromete la viabilidad y eficacia no sólo de ese sistema de “procuración de justicia”, sino que pone en entredicho la viabilidad del Estado mexicano mismo, es la tragedia de una joven adolescente asesinada por su novio y de su madre, Marisela Escobedo, quien tras haber tomado el asunto en sus propias manos para esclarecer el homicidio y exigir justicia, acabó igualmente asesinada. Proceso consiguió acceder en exclusiva al expediente del caso, y el resultado es un reportaje estremecedor que revela cómo los engranajes de la delincuencia y de la burocracia gubernamental parecen sincronizarse para triturar ciudadanos.

Obtenidas por Proceso en exclusiva, las actas ministeriales del caso de Marisela Escobedo Ortiz, asesinada a tiros, el jueves 16 de diciembre,  a las puertas del Palacio de Gobierno de Chihuahua, revelan que ella rastreó y vigiló al asesino de su hija Rubí Marisol Frayre Escobedo, pero cuando pidió ayuda a las autoridades judiciales de su estado y de Zacatecas, así como a las federales, jamás obtuvo el apoyo para capturarlo.
Según documentos de la Fiscalía de Análisis, Evaluación y Control Interno de la Fiscalía General del Estado de Chihuahua, fechados el 3 de noviembre pasado, Escobedo se presentó a informar que el 21 de octubre a las 2:30 de la mañana, junto con su hermano Héctor Ricardo Escobedo y su hijo Juan Manuel Frayre, vigilaban la casa en la calle Veta de Zinc donde vive María del Carmen Trujillo de León, concubina de Sergio Rafael Barraza Bocanegra, y vieron que éste llegaba en una pick up Lobo negra de doble cabina y de modelo reciente, sin placas. Barraza iba con otro hombre, que  manejaba el vehículo.
Marisela y sus acompañantes los observaban desde unos 50 metros de distancia con binoculares. Barraza entró al domicilio rápidamente y de cuatro a cinco minutos después salió con María del Carmen Trujillo y los hijos  gemelos de  ambos.
La señora Escobedo vigilaba el domicilio desde el 10 de agosto, pues se había enterado de que Barraza se presentaba todos los miércoles a altas horas de la noche. Esa vez no llamó a la policía, ya que el 13 de julio anterior habían ubicado al asesino confeso de Rubí Marisol en Privada Santa María 5-C del fraccionamiento San Javier en Fresnillo, Zacatecas, pero Barraza consiguió huir por una mala estrategia policiaca.

Este es un adelanto del número 1784 de Proceso.
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