La agencia española EFE difundió ayer que las autoridades austriacas están considerando la posibilidad de que el supuesto “penacho de Moctezuma” pueda ser prestado a México.
http://www.am.com.mx/Fotos/Reales/2011/1/3edfc9a8d9.jpgEn reciprocidad, quieren exhibir allá alguna pieza mexica y la carroza de su paisano Maximiliano (se conserva en el castillo de Chapultepec).
“Desde hace algún tiempo se mantienen conversaciones para una cesión temporal”, informó en la radio pública de Austria la directora del Museo de Historia del Arte de Viena (que integra también al de Etnología donde se expone la reliquia), Sabine Haag.
Aclaró que no hay “una petición oficial de devolución por parte de México”, tema que ni siquiera figura en las pláticas.
Pero el anuncio de la probabilidad del intercambio temporal de objetos reavivará la discusión sobre la propiedad de uno de los muchos tocados que usaban los tlatoanis tenochcas (como también los totonacas, cholultecas, tlaxcaltecas, etcétera) a la llegada de los conquistadores.
En su Historia verdadera de la conquista de la Nueva España, Bernal Díaz del Castillo narra que Hernán Cortés envió a Carlos I de España y V de Alemania un lote de piezas (inventariado por dos notarios en la Villa Rica de la Vera Cruz el 5 de noviembre de 1519) que fueron obsequiadas por Moctezuma: 158 en total, entre las que figuraba el tocado (de plumas engarzadas en oro), y que no era desde luego lo más valioso, sino tres discos, el primero de oro y dos metros de diámetro, que representaban al Sol, la Luna y a Venus.
De cómo llegó a la casa real de Austria existe la versión de que los capitanes del par de navíos en que iba el cargamento atracaron en Jamaica (entonces Isla Tercera) y que, al zarpar de nuevo, fueron asaltados por corsarios del francés Jean Fleury, quien las entregó en 1522 a su rey, Fernando I. Medio siglo después, un ladrón vendió las piezas en Italia y algunas fueron adquiridas (1580) por el archiduque de Austria Fernando II del Tirol, quien lo catalogó como “sombrero morisco” en su castillo de Ambras.
Otra versión es que Carlos V, simplemente, se lo dio a su sobrino como “roperazo”.
A Moctezuma le rendían tributo sus explotados de diversos y hasta muy lejanos señoríos, así que no hay evidencia de que los objetos fueran de su uso personal, y por esto la posición oficial austriaca es que el penacho jamás perteneció al cacique.
Generosa, la señora Haag precisó: “Entendemos que para los habitantes originarios de México es un objeto de profundo significado simbólico y espiritual…”; de ahí la eventualidad abierta del préstamo de la pieza.
Sin embargo, de no ser por los indigenistas (casi todos mestizos) y concheros (que reclaman bailoteando en Viena) entercados con la devolución de un regalo, los indígenas puros de México ni siquiera tienen posibilidades de viajar a la capital para conocer la copia que se conserva de un ruinoso plumero cuyo uso se atribuye al sanguinario tirano que tanto padecieron sus antepasados.
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